El 60 % de la provincia central siria de Hama está actualmente en manos de los rebeldes, donde una amalgama de grupos insurgentes e islamistas inició el 21 de marzo una ofensiva contra posiciones gubernamentales, afirmó hoy a Efe uno de los dirigentes de la operación, Abdel Muin al Masri.
«En los últimos días, ha habido un avance grande de nuestras fuerzas frente al régimen en varias zonas, hemos progresado por muchas posiciones en Hama», señaló Al Masri en una entrevista telefónica.
Este dirigente opositor es uno de los líderes del Ejército de la Victoria, una de las facciones que toman parte en la ofensiva junto con los Soldados del Sham, el Ejército del Honor, el Ejército de Idleb Libre y el Organismo de Liberación del Levante -la alianza de la exfilial siria de Al Qaeda-, entre otras organizaciones.
Esta operación se desarrolla en paralelo a otra de los insurgentes en los barrios de Yobar, Al Qabún y Barze, en el extrarradio nororiental de Damasco, y ha coincidido con el inicio de una nueva ronda de diálogo indirecto en Ginebra entre una delegación del Gobierno y otra de la oposición, auspiciado por la ONU.
Al Masri explicó que el objetivo final de la ofensiva en Hama es tomar su capital homónima, que en estos seis años de conflicto ha permanecido bajo el dominio del Ejército sirio.
«Elegimos la urbe de Hama como objetivo por su aeropuerto militar», indicó Al Masri, que precisó que desde esa base área parten aviones y helicópteros castrenses que golpean no solo esa región, sino también otras partes de Siria.
Según el dirigente del Ejército de la Victoria, «el régimen de (Bachar) Al Asad no ataca a los revolucionarios, sino áreas civiles para asesinar a mujeres y niños».
En ese sentido, subrayó que la ofensiva en Hama se produce en reacción a «las violaciones» cometidas por las autoridades sirias y sus aliados, como Rusia: «Nosotros hemos cumplido la tregua, pero el régimen y los rusos han bombardeado en los últimos días zonas de civiles», lamentó.
Desde finales de diciembre, Siria es escenario de un alto el fuego, promovido por Moscú -aliado del Gobierno de Damasco- y Ankara -que respalda a la oposición-, del que tanto los partidarios de Al Asad como los detractores se acusan mutuamente de haber violado.
Al Masri subrayó que los opositores acordaron participar en negociaciones en Ginebra y han cumplido con las exigencias internacionales, pero que el Ejecutivo sirio ha mentido.
«Queremos una solución pacífica que conduzca a la marcha de Al Asad, pero Al Asad no ha respondido, sino que, por el contrario, ha aumentado los ataques contra áreas liberadas», afirmó.
Por ello, «no nos detendremos hasta que tomemos la ciudad de Hama por completo, y luego continuaremos hacia Homs», aventuró el cabecilla insurgente, que destacó que hay «una cooperación directa» con la sala de operaciones de los rebeldes en las afueras de Damasco.
Por el momento, las facciones se han aproximado a unos 4 kilómetros del extrarradio de la localidad de Hama.
Al Masri adelantó que en el caso hipotético de que la localidad caiga en poder de los grupos armados, estos han acordado entre ellos que respetarán y mantendrán las instituciones civiles.
En el pasado, ha habido operaciones de los insurgentes en la provincia de Hama, pero fueron repelidas por las autoridades sirias con bombardeos, ya que los opositores no disponen de fuerza aérea.
«Lo que queremos trasladar es un mensaje claro de que queremos dignidad y libertad para el pueblo sirio», indicó Al Masri, quien denunció que el Gobierno ha jugado la carta del extremismo sectario para dividir a la población.
En su opinión, los sirios suníes, cristianos, alauíes y de otros credos han convivido sin problemas durante años en el país, incluso, apuntó, su propia brigada cuenta con combatientes cristianos y alauíes, pero que las autoridades han empleado el sectarismo para separarlos.
Las ofensivas de Hama y del extrarradio de Damasco suponen la mayor embestida de las facciones contra los efectivos gubernamentales, desde que las fuerzas armadas recuperaran el control total de Alepo entre noviembre y diciembre, que supuso el mayor golpe a los opositores desde el comienzo de la contienda.