En su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Institucionales del Parlament, De Alfonso ha mantenido un tenso »cara a cara» con la presidenta del grupo parlamentario de C»s, Inés Arrimadas, que ha cuestionado su continuidad en el cargo de director.
«La señora Arrimadas me pregunta si sigo siendo idóneo: usted sabe que sí», ha afirmado tajantemente De Alfonso, que ha subrayado, dirigiéndose a la líder de C»s en Cataluña, que «la lealtad no la tengo al ministro del Interior, ni a su grupo político, ni a ninguno de los que han intervenido, la lealtad la tengo al cargo».
De Alfonso ha insistido en que suele reunirse «con todos» los partidos, «también con C»s», y ha desvelado que Rivera fue a visitarlo a su despacho en la Oficina Antifraude.
«Me dijo que no me preocupara, que no tendríamos problemas, que me apoyarían en todo, aunque habíamos tenido discusiones aquí, pero que yo tenía que entender que también les tenía que dar alguna cosa», ha explicado De Alfonso, en una intervención inusitadamente dura, en la que ha abroncado a los políticos por iniciar el procedimiento para destituirlo y ha denunciado una operación política para atacar su «incomodísima» figura y lograr un organismo «dócil y acobardado».
De Alfonso se ha proclamado víctima de un «juicio sumarísimo» a raíz de la filtración de sus conversaciones con el ministro de Interior y ha arremetido contra aquellos que le han lanzado «injurias y calumnias». El director de la Oficina Antifraude de Cataluña ha advertido a los diputados de que no piensa dimitir, ya que a su parecer lo que está en juego es la pervivencia del único órgano que está «poniendo en orden» la corrupción en Cataluña, y ha sentenciado que «nadie, ni el ministro, ni el Rey» van a lograr torcer su voluntad, «por mucha mierda que lancen».
Para De Alfonso, la filtración de sus conversaciones busca acabar con una figura «incomodísima» por motivos electorales, pero «ese combate», a su parecer, «beneficia a unos cuantos y perjudica a toda la sociedad. Si me destituyen volveremos a tiempos pretéritos», ha añadido.
De Alfonso ha resaltado que la Oficina Antifraude nunca ha hecho nada ilegal y ha recordado que durante sus cinco años al frente de la entidad se ha reunido con cerca de un centenar de políticos de todos los partidos. «Si eso es conspirar, que tire la primera piedra el que esté libre de pecado», ha retado a los diputados.
Asimismo, ha pedido perdón por el tono «coloquial» de sus conversaciones con el ministro, pero «no por ser negligente ni por mantener múltiples reuniones con muchísimas personas, de uno u otro color».
«Yo me reúno, acepto, no fabrico ni me invento nada y estoy a la recíproca a ver qué se me ofrece», ha aseverado el director de Antifraude, tras lo que ha advertido: «no me utilicen como cabeza de turco porque eso canta».
En ese sentido, ha mostrado su sorpresa por el hecho de que los mismos grupos políticos que «directa o indirectamente» le han solicitado reuniones privadas le hayan «dado la espalda» ahora, aunque ha reconocido que también ha recibido algún mensaje personal de apoyo de algún diputado del Parlament que le «reconforta».
Daniel de Alfonso ha emplazado a los diputados a que, si lo que quieren es «saber en todo momento» lo que hace su entidad, cómo gestiona su presupuesto y qué investiga, reformen la ley, permitan que los expedientes que indaga la Oficina sean públicos y prevean comparecencias mensuales de su director.
De Alfonso reveló que presentó su dimisión a su equipo pero que se la rechazaron tras reunirse «a puerta cerrada», pero varios trabajadores han registrado este mismo jueves en la cámara un documento que lo niega. El Parlamente votará la destitución de De Alfonso la próxima semana.