La diputada Gemma Calvet ha sido la encargada de abrir la ronda de preguntas tras el relato histórico que el expresident Jordi Pujol ha realizado sobre su familia. Las claves de su discurso, al haber sido la avanzadilla en la tarde del Parlament, se han repetido en el resto de intervenciones de sus compañeros.
Calvet asegura que la declaración de Pujol es triste y lamenta tener que enfrentarse a un político «de la talla de Pujol«. Algunas de sus mejores frases han sido:
– «El día de hoy es una situación incómoda porque nos vemos obligados a enfrentarnos a un político como usted, pero la gente nos ha votado para ésto».
– «Usted ha apelado al vínculo con su padre (para justificarse). Yo apelo al que le une con la sociedad catalana, a quien tiene que darle explicaciones».
La diputada de ERC también ha cargado contra algunos medios de comunicación, sin citar ninguna cabecera, de haber manchado la política catalana tras la confesión del expresident.
Después de una larguísima intervención, el presidente de la comisión ha instado a Calvet a formular su pregunta, que más bien ha sido una batería de cuestiones una detrás de otra:
– ¿A qué responde su confesión?
– ¿Por qué ahora y por qué de este modo?
– ¿Es para mejorar la situación de defensa de sus hijos?
– ¿Cómo se explica que algunos miembros de su familia (la hermana de Pujol) no sabían nada de la herencia?
– ¿Tomaba usted las decisiones directa o indirectamente?
– ¿Por qué ha perdido usted la oportunidad de las amnistías fiscales?
– ¿Cuál es la identidad de las personas que han tomado las decisiones por usted?
– ¿Le consta que le queden cuentas abiertas en el extranjero?
De este tipo de cuestiones más centradas en la figura de Pujol, Calvet ha pasado a preguntas casi filosóficas sobre la política general:
– Después de treinta años en política, a través de su experiencia, ¿cree que se han hecho mal las cosas?
– ¿Qué distancia hay entre algunos negocios privados y las decisiones politicas?
Pese a que la intervención de Gemma Calvet haya sido una de las más incisivas, de poco le ha servido, pues el »molt Honorable» no ha respondido a ninguna cuestión.