Champús, geles, flores, las pilas de los mandos a distancia, y hasta secadores de pelo. Más del 81 por ciento de los españoles reconoce haberse llevado ‘algo’ del hotel en el que han estado alojados, según una encuesta realizada por del buscador de vuelos y hoteles Jetcost (www.jetcost.es).
En el primer lugar de la lista de los diez objetos más robados en un hotel aparecen los artículos del cuarto de baño como son los pequeños botes de champú, de gel, los gorros de ducha, e incluso las bandejas en las que se encuentran colocados.
Les siguen las toallas, sobre todo las de mayor tamaño. Además, cuanto mejor es el diseño o la marca de los productos antes desaparecen.
De manera sorprendente, el tercer lugar de los objetos más ‘apreciados’ por los clientes son las bombillas, las pilas de los mandos a distancia y hasta los propios mandos que, sin embargo, no tienen ninguna utilidad fuera de la habitación.
De hecho algunos huéspedes no dudan en meter en sus equipajes destornilladores y otras herramientas para llevarse cuadros, picaportes, secadores de pelo, toalleros, espejos, aparatos electrodomésticos y de música, entre muchos otros.
El cuarto puesto es para los objetos de papelería, bolígrafos, cuadernitos, revistas, y las Biblias, en varios idiomas, que se encuentra en el cajón de la mesilla. Les siguen las flores y las frutas, aunque lo realmente increíble es que hay clientes que también se llevan los jarrones
Los productos del minibar también son muy codiciados y agudizan el ingenio de los clientes. Hay quienes se beben las botellas y las rellenan con líquidos, se las llevan sin decirlo en recepción, o cogen las de los carritos de limpieza que encuentran en los pasillos. Por este motivo, en algunos minibares hay un sistema electrónico que registra automáticamente en la cuenta del cliente el uso de cada botellita al sacarla del estante.
En un hotel de Tokio, un cliente comprobó que las botellas se podían sacar por la parte de atrás sin que el mecanismo registrara la salida. Para su sorpresa, al pagar la factura no tuvo en cuenta que el hotel seguía teniendo personal que se limitaba a contar las botellas de cada nevera, como se ha hecho toda la vida.
La séptima posición es para las piezas de cerámica, cubertería, vasos y copas, seguidas de interiores de almohadas y edredones de calidad, como los de plumas, que cambian por otros de menor precio. Lo curioso es que en muchos casos esos objetos valen apenas unos euros, o céntimos, cuando la habitación del hotel ha costado 100 o más euros por noche.
Los toalleros, secadores de pelo y espejos ocupan el noveno puesto, y el décimo es para aparatos eléctricos como planchas, relojes, apliques, DVDs, etcétera. No obstante, si hay una sala en los hoteles preferida por los ‘coleccionistas de recuerdos’ ésa es la destinada a reuniones de ejecutivos, donde han llegado a desaparecer ordenadores e impresoras, además de paquetes enteros de folios.
Las medidas contra estos robos que terminan suponiendo una cifra de gastos considerable en muchos hoteles son complicadas. En algunos de ellos es imposible llevarse las perchas ya que constan de dos partes y una de ellas está fija a la barra. Otros han optado por instalar pequeños micro chips en toallas y albornoces que suenan al salir del hotel.
Daneses, holandeses y noruegos, los clientes más fiables
Sin embargo, hay algunos profesionales a la hora de llevarse recuerdos. El conserje de uno de los hoteles de lujo más conocidos de Madrid contaba cómo un cliente se había encaprichado de la percha planchador de pantalones que había en las mejores habitaciones y se propuso llevarse una de ellas a casa.
Al llegar a su habitación desmontó la percha y la escondió en un hueco en el falso techo que en visitas anteriores había localizado. De inmediato llamó a recepción y dijo que en su habitación no había ese elemento que él utilizaba con frecuencia. El servicio de habitaciones acudió y comprobó que, en efecto, no estaba allí. Rápidamente le llevaron otra. El cliente el día de su partida sacó del escondite la percha, la metió en la maleta y salió tranquilamente del hotel.
Según el estudio de Jetcost, más de un 81 por ciento de los españoles reconoce que alguna vez se ha llevado algo de un hotel. En el lado opuesto se encuentran los daneses, ya que el 88 por ciento afirma que jamás ha robado nada de sus habitaciones de hotel. Les siguen holandeses y noruegos, con un 85 y un 84 por ciento respectivamente que afirman no haberse llevado nada nunca, mientras que el 69 por ciento de los británicos reconce haberse llevado algo de algún hotel en el que han estado alojados.