Superhéroes del cómic y la novela gráfica como Jesús Redondo Román, Miguel Ángel Martín, Raúl Fernández o Álvaro Martínez reivindican el talento de un sector ignorado en España en el que el sector se mueve «en silla de ruedas».
Ellos son los responsables de que Batman, el Capitán Trueno, Spiderman, X-Men, Iron Man y hasta la estética Manga o Don Quijote se hayan colado en el Festival Internacional de Cómic y Novela gráfica ÑAM, que se celebra este fin de semana en Palencia para poner en la diana el talento de un sector que reivindica su hueco en el mercado español.
Representan una amplia variedad de estilos y propuestas, con trayectorias profesionales que mueven ríos de tinta por el mercado europeo, norteamericano y asiático y se consideran «privilegiados» por tener la suerte de hacer lo que les gusta y vivir de ello.
Con más de 60.000 páginas y muchos premios nacionales e internacionales en la mochila, el vallisoletano Jesús Román, «historia viva del cómic en España», conocido principalmente por ser el dibujante del Capitán Trueno, aunque este personaje haya supuesto una mínima parte de su trabajo, asegura que «vivir del cómic en los años 60 en Valladolid era un milagro».
Milagro que repiten hoy en día muchos creadores en un país donde «la industria ignora el talento» y los historietistas, ilustradores, entintadores y en general, artistas del cómic, han tenido que mirar hacia otros mercados como el belga, el francés, el asiático y por supuesto el norteamericano para lograr dibujar sus sueños.
Es el caso de Raúl Fernández y Álvaro Martínez, dos talentos españoles que han pasado por Marvel y han tenido entre sus manos a Spiderman, X-Men o Iron Man, aunque actualmente están trabajando en DC Comics poniendo rostro y alma al Caballero Oscuro en Batman Made in Spain.
Pero no es el caso de Miguel Ángel Martín, que durante 15 años estuvo trabajando en la revista Víbora y que se ha decantado por la temática adulta centrada en el erotismo, la violencia y la tecnología, un ámbito «mucho más minoritario» que deja hueco a la crítica feroz y que cuenta con unos editores «que sí se arriesgan con gente de aquí».
Asegura que es de los pocos afortunados que pueden vivir modestamente de su trabajo en España, aunque para conseguirlo compagina el cómic con la ilustración de libros, carteles y portadas de discos.
«La salud del cómic artísticamente está mejor que nunca. Otra cosa es la salud de la industria», lamenta.
Porque como agregan Raúl Fernández y Álvaro Martínez, aunque hoy con internet puedes trabajar desde donde quieras, «si quieres vivir de ello tienes que trabajar para editoriales de Francia o Estados Unidos, donde están los mercados más potentes».
Ellos han conseguido colarse en el mercado norteamericano donde la competencia es «feroz», y no basta con tener talento artístico sino que es necesario hacer acopio de capacidad profesional y «mucha disciplina».
Al hilo, Jesús Redondo lamenta que las editoriales españolas «no arriesguen» y vivan de «reeditar lo que hacemos en el extranjero», en lugar de apostar por el talento que hay aquí, hasta el punto de que mientras «una parte muy importante del mercado internacional se nutre de los artistas españoles, aquí se nos ignora absolutamente».
«No es que hayamos querido irnos, es que aquí se da el absurdo de que aquí te ofrecen por una página menos de lo que te den por una viñeta en el extranjero», señala, lamentando que falten «editores que sepan lo que es un cómic».
Festivales como el ÑAM tratan de dar visibilidad a este sector y promocionar el cómic, la industria y a los creadores, que encuentran una oportunidad para compartir, aunque echan de menos otro tipo de respaldo por parte de las administradores, como que se potenciara la lectura de cómics en los colegios aprovechando sus características como puerta de entrada a la lectura.
Reflexiones al margen, todos animan a los que están empezando en este oficio a insistir para pegarle un mordisco, porque aunque sea «un oficio durísimo» en el que se trabaja como «una bestia», a la vez «da unas enormes satisfacciones» y porque como dice a sus 82 años Jesús Redondo Román, al que llaman ‘la leyenda’: «el que dibuja, dibuja».