El exmagistrado del Tribunal Supremo de Venezuela Eladio Aponte Aponte ha destapado la caja de los truenos en una entrevista exclusiva con el canal Soitv. Sus declaraciones se producen después de huir del país, el mismo día que iba a ser juzgado por relación con el empresario Walid Makled, acusado de narcotráfico. Este fue el motivo que supuso su cese inmediato por unanimidad en la Asamblea Nacional. Ahora se ha entregado a las autoridades de EE.UU. y piensa hablar. Y cómo ha hablado.
Entre las duras acusaciones de Aponte destaca, por encima de cualquier otra, su rotunda seguridad al afirmar que no existe ninguna independencia entre los poderes públicos. “En Venezuela no se da puntada sin hilo si no lo aprueba antes el presidente”, asegura el exmagistrado. El chavismo se ve salpicado en esta ocasión por uno de los suyos, alguien que conoce las intimidades del gobierno y del sistema judicial. Una oveja negra que se ha salido del redil, y que no piensa caer solo.
Una justicia manipulada por la cúpula política y militar, envueltas a su vez en casos de narcotráfico y terrorismo, cientos de presos políticos y corrupción en las altas esferas. Este es, en resumen, el panorama que dibuja Aponte sobre la Venezuela chavista en su declaración. Una situación de la que él fue partícipe en decisiones de especial magnitud. “Reconozco mi daño al país, pero si no seguías las órdenes que venían de presidencia eras expulsado”, afirma en varias ocasiones en la entrevista.
Aunque nervioso en gran parte de la declaración, Aponte ha señalado sin dudar a varios altos cargos del chavismo, acusándolos de graves delitos. Los peor parados: el comandante Clíver Alcalá Cordones, “el zar de la droga”, y Néstor Luis Reverol, jefe de la Oficina Nacional Antidrogas que, según él, controlan el narcotráfico en el país. En este capítulo, el exjuez confirma los estrechos vínculos del chavismo con las FARC, y la inmunidad con la que contaba la guerrilla colombiana.
“La orden era que a esos señores ni los viéramos”. Pero no han sido los únicos nombres que han salido a la luz. El exministro de Defensa y líder del golpe de estado contra Chávez en 2002, Raúl Baduel -ahora encarcelado-, el actual titular de Defensa, Henry Rangel Silva o el jefe de inteligencia militar de Venezuela, Hugo Carvajal, o el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
De todos ellos, Aponte confiesa tener pruebas incriminatorias por narcotráfico y terrorismo que entregará a la DEA. El caso que mejor recuerda, y evidencia sus acusaciones, es el del comandante Mallino, ahora ascendido como agregado militar en Brasil. Un teniente de su destacamento fue pillado con un cargamento de droga, proveniente de Colombia, pero las presiones “desde arriba” consiguieron que fuera absuelto con una medida cautelar, decretada eso sí por Aponte.
Asegura que todos los anteriormente mencionados le llamaron para exigirle esa decisión. Incluso un secretario de Chávez, Antonio Morales, le llamó en nombre del presidente que “estaba muy interesado en que se resolviese el caso”. Todo ello a pesar de que la droga estuvo durante toda una noche “a resguardo en un cuartel general del Ejército venezolano, pero no decomisado”. La pista del alijo desapareció, y nadie supo nada más.
La justicia se puede comprar por dinero en Venezuela
Un modus operandi similar al que impera en el sistema judicial, que él vivió en primera persona y de la que fue cómplice y autor. “El presidente me llamaba personalmente para darme órdenes”, revela Aponte, que no tiene ningún reparo en afirmar que la justicia se puede comprar por dinero en Venezuela. Así, todos los viernes se celebra una reunión entre el vicepresidente, Elías Jaua, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Luisa Estella Morales, la Fiscal General, Luisa Ortega, Diosdado Cabello, y a veces uno de los jefes policiales, entre otros.
De este encuentro semanal, al que acudió numerosas veces, “salen todas las directrices” de cómo actuar en cada caso, de acuerdo con la estrategia política marcada por Chávez. Los encargados de ejecutarlas, los jueces y, sobre todo, un grupo de fiscales que hacen cumplir las órdenes a través de la extorsión y la amenaza. En este punto, señala a la »banda de los enanos», la cúpula judicial involucrada también en el narcotráfico, y que trabajaba codo con codo con la Fiscalía. No obstante, informaciones en el país muestran su pertenencia a este grupo.
Además, el exmagistrado era el encargado, como presidente de la sala penal del Supremo, de escoger al juez idóneo para realizar las órdenes. En una ocasión, relata cómo utilizaron a un preso, lo encapucharon, y lo llevaron como testigo a un juicio para avalar una sentencia.
“Sé que en Venezuela me van a tildar de traidor, y lo asumo, pero fui vilmente traicionado”
¿Por qué habla ahora Eladio Aponte?, si él está involucrado hasta el fondo. “Sé que en Venezuela me van a tildar de traidor, y lo asumo, pero fui vilmente traicionado, humillado y manipulado”. ¿Por qué lo permitió entonces y se entrega una vez que él es la víctima? “Yo creía en la revolución, pero el gobierno me dio la espalda hace más de un año y no me di cuenta, debe ser que ahora necesitan a alguien más condescendiente”, argumenta.
Sus vínculos con Makled fueron su sentencia, aunque cree que son un pretexto. “Le han venido como anillo al dedo para sacarme y acabar con mi prestigio”. Las pruebas aportadas por el chavismo son meros indicios, pero su relación con el narcotraficante es conocida y él mismo la corroboró. Aunque negó conocer sus actividades. “Era un gran señor, un gran petrolero que ayudaba a las refinerías y, según el chavismo, a dar de comer a la gente”, recuerda.
Dubitativo, afirma no acordarse de firmar un carnet de la Fiscalía Militar para Makled, “que se entregaban a los amigos o por recomendación de los funcionarios”. Admite, sin embargo, que si fue invitado a la boda de su hija, “porque en aquel entonces era un comerciante de éxito”, y que le envió cartas de agradecimiento felicitándolo por su labor en favor del movimiento chavista.
Aunque esquivó todas las preguntas que lo pudiesen relacionar con este juicio, que se celebra a puerta cerrada por el temor de los chavistas a quién pueda salpicar -en su detención pública gritó los nombres de varios de ellos- reconoció su responsabilidad en los casos de decenas de presos políticos. “Existen presos políticos y una orden presidencial de no soltarlos”.
Y es que Aponte reitera en varias ocasiones que, y más últimamente, “no se toma una decisión sin hasta consultarla” con la cúpula chavista. Después de manipular la justicia, participar de la corrupción, ordenar arrestos por motivos políticos y estar relacionada con las redes de narcotráfico a gran escala en el país, “sé que lo que me espera en Venezuela, no es nada bueno”, sentencia.
Y un último interrogante. ¿Por qué no hace entonces frente a esas acusaciones en Venezuela?, se preguntan muchos. “La justicia de »plastilina» -porque se moldea con facilidad a favor y en contra- en Venezuela no me ofrece garantías, conociendo el sistema y cómo se maneja, no las tengo para mi caso. Además, me siento amenazado y soy presa fácil de cualquiera, con el sicariato en auge, no me atrevería a caminar solo por la calle”, contesta el que fuera uno de los jueces más importantes.
Por este motivo, Aponte ha escapado para entregarse a las autoridades de Estados Unidos. La sensación es que ha hablado mucho, pero también ha callado. La batalla que se avecina, entre sus numerosos detractores y seguidores, puede sacar a flote una auténtica guerra de mafias por el poder. Al menos, esa es la impresión más generalizada en Venezuela. Y el chavismo, a pocos meses de las elecciones y con la preocupación creciente por la salud de su líder, puede salir muy mal parado.