La tortura es un recurso utilizado por el gobierno para meter miedo a la población, según relata el opositor sirio exiliado en EE.UU. y director del Centro de Estudios de Derechos Humanos de Damasco, Radwan Ziadeh, en el informe de 2011 ‘Un mundo torturador’ de la organización »Acción Cristiana para la Abolición de la Tortura».
El régimen sirio no oculta las torturas e incluso llama a los familiares de las víctimas para que recojan los cuerpos destrozados de sus familiares sin ningún pudor, mostrando claramente las marcas de los abusos ocurridos durante la detención.
La mayoría de los que sufren torturas son hombres, incluidos discapacitados. Además, al menos 183 niños y más de 150 mujeres han sido asesinados a manos de las fuerzas de seguridad desde el comienzo de las protestas en marzo.
El 29 de abril el niño de 13 años, Hamza al Khatib, desapareció y no volvió a saberse nada de él hasta que el cuerpo del niño fue devuelto a su familia mutilado y con el pene seccionado. El pequeño se convirtió en un símbolo de la revuelta contra Bashar al Assad, cuenta Ziadeh.
El doctor Sakher Hallak, un médico que no había participado en las manifestaciones antigubernamentales, también fue torturado y mutilado. Las fuerzas de seguridad le detuvieron el 25 de mayo. Dos días más tarde interrogaron a su mujer y a su hija. Las autoridades les dijeron que todo se resolvería y que su marido sería liberado ese mismo fin de semana. El sábado por la noche la policía llamó a la familia para comunicarle que había un cadáver en la morgue que podía ser de Sakher.
Efectivamente, se trataba del cuerpo del doctor, que presentaba heridas, marcas de tortura y huellas de al menos cuatro tipos de botas diferentes. Tenía los ojos y el pene mutilados, todos sus huesos estaban rotos y tenía restos de cuerda en los dedos, lo que indica que intentó evitar ser estrangulado antes de morir.
En el depósito, los miembros de las fuerzas de seguridad le dijeron a la familia que el médico nunca había sido detenido y que habían encontrado su cuerpo tirado en la calle.
Los agentes de las fuerzas de seguridad sirias gozan de inmunidad, según la ley siria
Las torturas ya eran comunes antes de los levantamientos contra el gobierno, aunque se han vuelto más habituales desde que comenzaron las revueltas.
Cada vez es más frecuente la amputación de brazos o genitales, el arrancamiento de uñas y las descargas eléctricas.
Así mismo, ha surgido una nueva forma de castigo basado en la violación de mujeres, especialmente en la ciudad de Homs, epicentro de las protestas, donde ya han sido probados 18 casos concretos.
El objetivo de esta tortura es humillar a las féminas y obligar a sus familiares, que participan en las manifestaciones, a entregarse a las autoridades.
Las torturas son conocidas y son utilizadas como instrumento para atemorizar a la población. Aunque el régimen no lo oculta, tampoco lo reconoce oficialmente.
Además, todos los agentes de las fuerzas de seguridad sirias gozan de inmunidad, según el derecho sirio, lo que hace que estas violaciones de los derechos humanos queden impunes.