Ni en Egipto, ni Túnez, ni Libia ni en Yemen. La primavera árabe floreció con muchas expectativas. Dos años después, esa primavera no ha dado frutos y se ha convertido en una pesadilla. Europa y Occidente aplaudieron con la nostalgia del 68. Craso error. Oriente Medio es otra cosa.
La democracia no se construye de la noche a la mañana. Es un trabajo duro que exige esfuerzos y consenso, una agenda y unos tiempos. Jesús Núñez Villaverde y Ignacio Álvarez-Ossorio coinciden en señalar que los procesos de consolidación políticos “son complejos y necesitan de mucho tiempo.” Dos años no es nada.
El profesor del área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Alvarez Ossorio, asegura que en los países árabes “debido a su trayectoria dictatorial tienen poca cultura democrática”. Ejemplo, de ello son las estructuras políticas. “Se advirtió. Los partidos políticos se crearon en muy poco tiempo.” Y los más consolidados eran los islamistas.
A la vista de los acontecimientos se prevé que los Hermanos Musulmanes sean excluidos del futuro juego político. Esto provocará que un número importante de egipcios se quede sin una opción política a la que dar su voto. Y eso siempre se paga, pese al radicalismo de los Hermanos Musulmanes.
“Todo indica que el proceso de transición hacia la democracia ha tropezado. No se puede excluir al principal grupo político del país”, señala Álvarez Ossrio.
El director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesús Núñez Villaverde, es más optimista. “No hay que descartar que la democracia se instaure en algún momento en el mundo árabe, asumiendo que hoy no es el caso en ninguno de los 22 países. No tiene por qué ser tampoco siguiendo el modelo occidental. Lo que tendríamos que evitar es ese toque neocolonial que nuestra democracia tiene que ser válida para todo el planeta”, subraya. Así que será mejor olvidar las Primaveras, de momento.