Arranca otra nueva jornada de protestas, que comenzaron de forma pacífica, pero se radicalizaron el pasado viernes, contra la decisión de las autoridades turcas de destruir el parque de la plaza Taksim para construir un centro comercial. Hablamos con Eduard Soler i Lech, investigador principal del CIDOB para que nos cuente las consecuencias de estas revueltas.
Cuáles son los motivos de descontento en la sociedad turca que han hecho que tomen la plaza?
Existe un enorme malestar con una determinada forma de gobernar. Poco atenta a la sensibilidad de todos aquellos que no congregan con los valores políticos, ideología y forma de vida de aquellos que han dado apoyo al Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Existe malestar y frustración por no ser escuchados ni ser tenidos en cuenta. Han visto como, poco a poco, se les han ido imponiendo medidas que van en contra de su forma de vida. Se trata de una minoría que no se siente para nada escuchada ni respetada.
¿Cómo es esta minoría?
Se trata de un grupo muy diverso. Desde movimientos de izquierdas, movimientos nacionalistas turcos, algunos movimientos minoritarios, gente que no está politizada pero lo que le apetece es salir los viernes, gente de la comunidad aleví (una rama del chiismo heterodoxa y laica). Estos días están saliendo todo tipo de agravios. En definitiva, es un grupo muy heterogéneo.
Y entre el descontento ¿destacarías algún hecho?
Son muchas las controversias. Empezando por las polémicas en torno a la ley del aborto. Las restricciones en torno a la venta y comercio de las bebidas alcohólicas. El anuncio de la puesta en marcha de infraestructuras sin consultarlo a las comunidades afectadas… Además, hay otro aspecto significativo que está relacionado con la reacción del gobierno: cuando se le ha criticado, el presidente Erdogan ha respondido con una actitud arrogante amparándose en la victoria electoral y el apoyo sólido que tienen en el Parlamento.
¿Cómo calificarías la actitud de Erdogan en los últimos años? ¿Consideras que se ha vuelto más arrogante y autoritario?
Erdogan siempre ha sido una persona con una actitud muy paternalista, de regañina, muy emocional…El hecho de sentirte apoyado en con una sólida mayoría y conseguir apartar a quienes le hacían sombra dentro de su partido le ha hecho más agresivo. Se ha vuelto más desafiante. Además, nadie ha sido capaz de proponer un proyecto político alternativo.
¿Estamos ante una »Primavera Turca»?
Si entendemos la primavera árabe como movimientos de protestas que piden regeneración política; se podría utilizar esa expresión. Pero como cuando hablamos de Turquía la analogía siempre es con Egipto o Túnez, creo que se trata de un término engañoso porque en el mundo árabe se pedía la caída de un régimen. En el caso turco, los más osados lo que pide es la caída del gobierno, la dimisión del primer ministro… pero no están hablando cambiar radicalmente el régimen. Por eso, considero, que no se pude asimilar lo que sucede en Turquía con los que pasó en el norte de África u Oriente Medio.
¿Qué impacto pueden tener las revueltas sobre la economía y el turismo?
La economía se puede resentir. Aunque todo depende de cómo se gestione la crisis. Si se lanzasen los mensajes adecuados se podría detener. La bolsa un día puede subir y otro bajar. El turismo también puede recuperarse siempre y cuando la situación se estabilice. En todo caso, si no se gestiona adecuadamente estaríamos ante un problema porque Turquía siempre ha sido refugio de capitales de otras regiones, gracias a su estabilidad.
¿Qué papel juega el secularismo en esta crisis?
Más que secularismo, hablaría de un determinado modo de vida que no comulga con la moral conservadora mayoritaria. Pero, cuenta con importantes espacios dentro de la sociedad turca. Temas como vestimenta o el consumo de alcohol son parte de este debate. Los ciudadanos ven en peligro el secularismo del Estado entendido como la capacidad de elegir libremente qué hacen con su vidas. Ahora, ven que se les está imponiendo una determinada moral. El debate no lo centra la posibilidad de aplicar la ley islámica. Se trata, más bien, del estilo de vida que cada uno quiere llevar.
¿Y Europa?
Nadie habla de Europa. Nadie, ni entre los manifestantes ni entre el Gobierno hacen llamadas o utilizar Europa para defender su causa o para atacar la causa del contrario. Esta situación refleja el alejamiento que han vivido las relaciones entre la Unión Europea y Turquía.
El apoyo turco a las fuerzas rebeldes en Siria ¿ha influido en estas revueltas?
Si, es uno de los elementos que ha generado malestar en uno de los colectivos de la sociedad turca, en la sociedad aleví. Ven con malestar la política del Gobierno respecto a Siria porque consideran que Turquía está siguiendo una política exterior suní, en el sentido de apoyar a uno de los bandos.