Cuando se trata de la muerte, el ser humano estruja su creatividad hasta límites insospechados. Las diferentes formas de quitar la vida a lo largo de la historia son muy diversas, curiosas y macabras, y algunas aún se siguen utilizando.
Amnistía Internacional incluye un catálogo de las distintas formas que la mente humana ha llegado a concebir para quitar la vida a un ser humano y, aunque ni mucho menos están todas, sirven para hacerse una idea de hasta donde llegan los límites del hombre.
– El fusilamiento, el tiro en la nuca y el ametrallamiento (a partir del invento de la pólvora).
– La muerte por estrangulamiento, directamente con las manos (en la antigüedad) o posteriormente mediante la horca por un lado y por otro el torniquete y el garrote.
– La decapitación con el hacha, la espada o la guillotina.
– El degüello (en ocasiones seguido de la decapitación).
– El acuchillamiento.
– La administración de sustancia letales: envenenamiento (Sócrates, condenado a beber la cicuta), la inyección letal y la cámara de gas.
– La electrocución mediante la silla eléctrica.
– La muerte por hambre y abandono en las mazmorras o en las jaulas medievales colgadas a la intemperie (o las prisiones modernas diseñadas para el exterminio de los reclusos, como por ejemplo la cárcel marroquí de Tazmamart, en activo hasta 1991).
– La flagelación con disciplinas, mimbres, varas, garrotes o cualquier otro artilugio.
– La lapidación y el aplastamiento (de todo el cuerpo o de la cabeza).
– El desmembramiento mediante el potro, la rueda o la tracción a cargo de animales.
– La crucifixión, la sierra y el empalamiento.
– El arrastramiento hasta la muerte por erosión.
– Todas las mutilaciones imaginables (amputaciones progresivas de distintos miembros: orejas, lengua, ojos, manos, piernas, extracción de vísceras, despellejamiento, etc.).
– El ahogamiento (en la Inquisición, destilando agua encima de un paño húmedo introducido en la boca, o vertiendo el agua directamente en un embudo; modernamente, introduciendo la cabeza en una bañera o en una bolsa de plástico).
– La muerte en la hoguera (las viudas hindúes según una costumbre del siglo XVI; los herejes y las brujas durante la Inquisición), en una parrilla (San Lorenzo).
– La antorcha (mujeres rociadas con combustible e incendiadas por motivos «de honor» en algunos pueblos islámicos).
– El asaeteamiento (San Sebastián).
– La inmersión en metal fundido, o su derramamiento.
– El enterramiento en vida, total o parcial (con la cabeza al descubierto), con las variantes de la presencia de termitas u otras alimañas.
– El emparedamiento.
– El saco y la bota (la introducción del condenado junto con alimañas, para que le devoren), en ocasiones arrojados a continuación a un río.
– Las fieras (en los circos romanos).
– El lanzamiento desde un precipicio (en la antigüedad); desde un puente (aplicado a las mujeres adúlteras en algunas zonas de Asia Menor); o desde un avión (durante la dictadura chilena).
De estas formas de ejecución, en la actualidad siguen vigentes, legalizadas en distintos países o regiones, la electrocución, la horca, la guillotina, el fusilamiento, la inyección letal, la cámara de gas, la decapitación y la lapidación (se aplican también otras formas de ejecución, pero al margen de las legislaciones).