Mhairi Black, figura ascendente de los nacionalistas escoceses del SNP pone la pasión de sus 20 años y su franqueza al servicio de una ambición: infligir a los laboristas su peor derrota en las elecciones del jueves.
Si es elegida al parlamento de Westminster, será la diputada más joven desde 1667. Para ello tendrá que imponerse a un peso pesado de la política británica, Douglas Alexander, el coordinador nacional de campaña de los laboristas y rival por la circunscripción de Paisley y Renfrewshire, cerca de Glasgow.
Responsable de política exterior de la oposición laborista, Alexander es un dirigente de primer plano y parece destinado a una cartera importante si los laboristas ganan el 7 de mayo
Su derrota parecía impensable, y mucho menos ante una rival sin bagaje político. Pero se necesita más para impresionar a Mhairi Black, especialmente con las encuestas pronosticando una victoria aplastante del SNP en Escocia, hasta ahora un bastión histórico laborista.
De su oponente, dice que es un «político arribista» del «establishment» que tanto aborrece. «La gente me dice que están cansados de tener un diputado que no viene por aquí», dijo en una entrevista con el medio BuzzFeed.
«He vivido en Paisley toda mi vida, y estoy dispuesta a jurar que me he cruzado más con Douglas Alexander en los dos últimos meses que en los anteriores veinte años», suelta.
Hincha del equipo de fútbol local
Mhairi Black proclama su apego a la tierra que la vio nacer y crecer. Escocesa es su forma de arrastrar la «r» y su pasión por el fútbol -es hincha del equipo de fútbol local, el Partick Thistle.
Esta estudiante de ciencias políticas e ideas de izquierda empezó pronto a comprometerse con las causas que le importaban. Se manifestó contra la guerra de Irak en 2003 y trabaja para la organización humanitaria Oxfam. Luego se implicó en la campaña a favor de la independencia de Escocia para el referéndum.
La victoria del «no», el 18 de septiembre de 2014, fue un duro golpe, pero Mhairi Black ve motivos para no rendirse. «En la región siempre se decía »votad a los laboristas para frenar a los conservadores». Pero llegó el referéndum y todo el mundo se despertó del engaño. Hoy hay votantes laboristas que me dicen que sienten nauseas», dice la joven, que no entiende el apoyo laborista al «no» en el referéndum.
«Mi abuelo se revolvería en su tumba si viera lo que es el laborismo hoy», dijo en The Guardian. Algunos critican su estilo directo, su falta de tacto, dicen, incluso su agresividad, como cuando dijo que le hubiera gustado «dar un cabezazo en la nariz» a los laboristas tras el referéndum.
A los que critican su falta de experiencia, responde que si es lo suficientemente joven para «pagar impuestos» o «ir a Afganistán», bien puede sentarse en la Cámara de los Comunes. Una perspectiva que no le asusta. «No me corresponde a mí estar nerviosa, son otros los que tendrán que rendir cuentas».