Monseñor Juan José Aguirre, cordobés, misionero comboniano, obispo de Bangassou (República Centroafricana) está saliendo en las noticias más de lo que le gustaría. El motivo es que “los rebeldes del grupo terrorista Seleka han destrozado su diócesis en los últimos meses. El desastre ha sido monumental; los extremistas han arrasado con todo lo que han encontrado a su paso: casas particulares, escuelas, sanatorios, casas sacerdotales y de religiosos… no han dejado nada, ni rastro de los múltiples proyectos que el obispo, de la mano de su hermano Miguel y la Fundación Bangassou, con tanto trabajo había puesto en marcha para mejorar la vida de los habitantes de la ciudad”, explica Cristina Sánchez, periodista y una de las responsable de recaudar material para Bangassou.
En la República Centroafricana la guerra está contribuyendo muy activamente a la propagación de la pobreza. El país vive sumido en un caos total. La guerra ha dejado al país en una situación límite. “Seleka entró por el norte y se adueñó del país con las armas. Destituyeron al gobierno y cuando se vieron en el poder se dieron cuenta de que no tenían la formación necesaria ni los medios para dirigir el país y lo abandonaron a su suerte”, explica Miguel Aguirre, presidente de la Fundación Bangassou y hermano del obispo monseñor Juan José.
Bangassou, desolada
La situación de guerra, pobreza y desolación no solo se vivió en la capital sino que se extendió por todo el país. “En Bangassou arrasaron con todo. Robaron y expoliaron todo lo que podían. Se fijaron especialmente en las misiones católicas porque sabían que allí había cosas de valor y comida. Se llevaron más de 30 coches, bicis. Entraron en la pediatría y se llevaron todas las medicinas. Robaron hasta los colchones, tiraron a los enfermos al suelo y se llevaron sus camas”, explica Miguel Aguirre, hermano del obispo de Bangassou.
Después del paso del grupo terrorista “allí no tienen ni para comer”, continúa Miguel. Antes de la situación de guerra, Centroáfrica era el quinto país más pobre de África, ahora, después de la guerra, es el segundo. “Antes sobrevivían, cultivaban la mandioca. Ahora ya no hay comercio. La población no tiene nada que sembrar. Han dejado a la gente en la más absoluta pobreza. La guerra ha impedido el comercio, los desplazamientos, ha provocado la división de las aldeas”, explica Aguirre.
1,7 millones de personas pasan hambre
El país tiene una población de 4,6 millones de personas, de las cuales 1,7 millones están desnutridas, es decir, el 37,6% de la población. El grupo terrorista Seleka intentan imponer el hambre y la pobreza y monseñor Juan José Aguirre intenta reconstruir su diócesis para intentar volver lo antes posible a la ‘normalidad’. Desde España se están intentando recaudar material para rellenar dos contenedores con ayuda para Bangassou. Detrás de la recogida está la Fundación Bangassou y están pidiendo de todo: medicinas y material sanitario; productos de alimentación; estanterías metálicas; bicicletas; material escolar; máquinas de coser a pedales; instrumentos musicales; ropa de cama y baño; menaje de cocina; productos de limpieza; cerraduras y candados. “Si todo sale bien esperamos poder mandar dos contenedores el 22 de noviembre. Tardan 3 o 4 meses en llegar a Bangassou”, explica Miguel Aguirre.
La guerra genera hambre y los ciudadanos de Centroáfrica lo saben. “La gente está pasando hambre. Los guerrilleros han pasado casa por casa robando todo. Se han llevado los enseres, las semillas que la gente tenía para abastecerse. Se lo han llevado todo. Mi hermano ha advertido que este año va a ser un desastre porque la gente no tiene ni para comer”, explica el hermano del obispo.