Nadie quiere verlos -Syriza ha acaparado todos los focos- pero están ahí. Amanecer Dorado, el partido neonazi más poderoso del Viejo Continente ha alcanzado el tercer escalón del podio en los comicios griegos que han hecho contener el aliento a la Unión Europea. En 2012 ocuparon la misma posición. El hecho de tener a toda su cúpula entre rejas -acusados de formar parte de la red criminal que asesinó a un rapero antifascista y protagonizó diversas agresiones y homicidios en grado de tentativa a inmigrantes- no parece haber hecho mella en la fuerza electoral de un partido xenófobo que se consolida como verdadera alternativa política en Grecia.
Así las cosas, si a los acreedores de Grecia -la denominada Troika formada por la Comisión Europea, BCE y FMI- les preocupaba sobremanera la victoria del izquierdista Alexis Tsipras, la mayoría de la ciudadanía griega temía el ascenso neonazi de Amanecer Dorado. Por el momento, éste no se ha consumado, pero el capítulo no se ha cerrado. Con la economía griega bajo respiración asistida, Syriza -y particularmente el nuevo primer ministro heleno- se erigen por relativa sorpresa como el último dique de contención política frente al renacimiento del nazismo en Grecia, donde 48.000 judíos griegos fueron deportados a Auschwitz durante la II Guerra Mundial.
Tras la izquierda radical en el poder -con los conservadores de Nueva Democracia en declive y los socialistas del PASOK en caída libre– si Tsipras fracasa… ¿podría haber en Atenas un Fürher griego?
Inquietantes paralelismos con la República de Weimar
No es la primera vez que los politólogos denuncian la weimarización de Europa -el ocaso de la República de Weimar que precedio al ascenso de Adolf Hitler en Alemania- un fenómeno que alimenta a movimientos como Amanecer Dorado o el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia que pretenden instaurar regímenes abiertamente fascistas con el fin de hacer trizas a otra »dictadura». La de los mercados y las oligarquías financieras.
Este martes sin ir más lejos, Wolfgang Schauble, ministro alemán de Finanzas evocó -sin citarlo- al nazismo: «Necesitamos un control jurídico de las decisiones, aún cuando éstas las tomó la mayoría. Es un acicate para nunca olvidar lo que pasó». Un cita para recordar a Syriza que los pactos son más importantes que las mayorías políticas. Aunque la Alemania de Weimar, asfixiada por el pago de las indemnizaciones a los vencedores de la I Guerra Mundial, no se parece demasiado a la Grecia actual, algunos paralelismos resultan inquietantes.
En 1930 el paro en Alemania alcanzó el 15% y la deflación alcanzaba cotas alarmantes. Lo más sensato hubiera sido devaluar el marco para ganar competitividad pero los acreedores de entonces -Francia, Gran Bretaña y los bancos que ayudaban a financiar los plazos de las indemnizaciones de guerra- lo impidieron porque la deuda alemana se hubiera hecho imposible de pagar. La única salida que le quedo entonces al Gobierno del canciller Heinrich Brüning fue una draconiana reducción de salarios, precios y gasto público. En 1933 el desempleo alcanzaba el 30% y el partido nazi tomaba -democráticamente- el poder.
Grecia no se encuentra hoy en una situación similar. Al menos mientras siga recibiendo asistencia económica de la Unión Europea y, más o menos quitas al margen, la deuda helena siga siendo pagable. Sin embargo, si Alexis Tsipras »se pasa de frenada» en su desafío a la Troika, y los acreedores cierran el grifo financiero -con una probable entonces grexit (salida de Grecia de la UE y del euro)- la crisis política que se abriría en en el país heleno podría tender a Amanecer Dorado una alfombra roja hacia el poder en Atenas. Del mismo modo, que la férrea austeridad impuesta por Bruselas en Grecia -o España- ha abierto el camino de movimientos populistas como Syriza o el propio »Podemos» de Pablo Iglesias.
El otro populismo de Amanecer Dorado
Hoy el partido neonazi griego, con su lider Nikolaos Mijaloliakos entre rejas, un hombre de discurso abrupto y aspecto agresivo, no parece disponer de los recursos ni del liderazgo necesarios para obtener una mayoría política en Grecia. Salvando las distancias, podría establecerse cierto paralelismo entre Jesús Gil en España y Silvio Berlusconi en Italia. El primero, marcado por su imagen y sus exabruptos -no sólo futboleros- no llego tan lejos como la elegante e impecable imagen de Il Cavaliere. Sin embargo, en el futuro -con Mijaloliakos en prisión parece sencillo- no parece difícil el ascenso de un nuevo lider neonazi en Grecia, joven, con dominio de la comunicación de masas y las redes sociales, capaz de conectar con el pueblo. Aún en las Antípodas políticas de Amanecer Dorado, Tsipras o Pablo Iglesias son dos buenos ejemplos.
Amanecer Dorado conecta con el electorado griego a través de un mensaje sencillo pero contundente. Culpa a la inmigración -matiza que exclusivamente la ilegal- de prácticamente todos los problemas griegos; desde la caída salarial al desempleo, pasando por la inseguridad. Tal y como hicieron los nazis en Alemania con los judiós.
Y el discurso cala entre la clase obrera que ve cómo los inmigrantes aceptan sueldos míseros y maratonianas jornadas laborales. Que lo hagan por una necesidad perentoria es lo de menos. Asimismo, las redes de voluntarios que ayudan a ancianos sin recursos o reparten alimentos entre los griegos más desfavorecidos mantienen una importante presencia en barrios populares como El Pireo y contribuyen a mostrar un lado amable de un partido que se declara abiertamente xenófobo cuando no hay elecciones cerca.
Convencidos defensores de la “raza helénica pura” (en su programa prohiben los matrimonios interraciales para preservar la pureza e incluso la protección de las fronteras con minas antipersona y vallado de electrocución), Amanecer Dorado ya ha demostrado sin embargo su fortaleza y capacidad para alentar su particular concepto de patria. Su banco de empleo vetado a inmigrantes es un buen ejemplo. Algo parecido sucedió en España con comedores sociales en el barrio madrileño de Tetuán «sólo para españoles».
El partido mantiene vínculos con otros movimientos neonazis europeos y, según las denuncias de la prensa y políticos griegos, con elementos de la Junta Militar depuesta en 1974, pero también con elementos extremistas de la policía y servicios secretos griegos.Además, se acusa a numerosos militantes de Amanecer Dorado de tener excelentes relaciones con las fuerzas paramilitares serbias que perpetraron la matanza de Srebrenica. Algunos de sus miembros fueron incluso acusados de participar en esa masacre, que costó la vida a casi 8.000 personas en 1995.
Si Tsipras fracasa y el colapso económico griego se consuma, el desastre político con forma de esvástica -muy similar al logo de Amanecer Dorado- podría llegar a Europa a través del Mediterráneo.