El ejército francés patrullaba este sábado los principales ejes de la capital centroafricana para evitar nuevas masacres, mientras le llegaban refuerzos procedentes de Camerún.
Estos primeros refuerzos terrestres entraron a primera hora de este sábado a la República Centroafricana, según constató un periodista de la agencia AFP.
Una columna de aproximadamente 200 soldados franceses procedentes de Camerún atravesó la frontera en la localidad de Cantonnier (al oeste del país), constató el periodista de AFP, integrado en el dispositivo francés. Los soldados fueron recibidos por una entusiasta multitud que gritaba «¡gracias, gracias!».
Esta columna entró triunfalmente en la ciudad de Buar, centro neurálgico del oeste del país, confirmó la AFP.
La espiral de violencia protagonizada por milicianos de Séléka, mayoritariamente musulmanes, y antiBalaka, principalmente y cristianos, tiene sumido en el caos al país centroafricano desde el pasado jueves.
Los guerrilleros han asaltado e incendiado casas y asesinado indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños en una espiral de violencia y venganzas que ha provocado el pánico en la capital y que miles de personas hayan abandonado sus hogares.
En el centro de la capital se observó una camioneta repleta de hombres armados de la exrebelión Seleka, con fusiles de asalto Kalashnikov y lanzacohetes en las manos. Los militares franceses y los combatientse se miraban con desconfianza.
Cerca de 800 militares franceses se encontraban ya en ese país, en el marco de la operación »Sangaris» (por el nombre de una mariposa roja local), lanzada oficialmente el jueves después de obtener la autorización de las Naciones Unidas (ONU).
En Bangui, los cadáveres abandonados yacían desde hacía dos días ante la Asamblea Nacional. Un avión de combate, probablemente francés, pasó a baja altura haciendo un ruido atronador.
Superados por la magnitud de la matanza, los efectivos de la Cruz Roja continuaban recogiendo cuerpos sin vida y mutilados que se encontraban a lo largo de algunas calles de la capital, tras los enfrentamientos del jueves y las posteriores represalias.
Al menos 300 muertos en Bangui
El viernes al anochecer, un responsable de esta organización estimó en al menos 300 el número de muertos, sólo en la capital. El sábado, sin embargo, los habitantes señalaban la presencia de más cadáveres en sus barrios.
Sin embargo, a medida que pasaban las horas, Bangui renacía a la vida después de estos días aterradores. En los bulevares, pequeños comercios abrían bajo sus sombrillas multicolores. Pero los taxistas no se atrevían a reanudar su trabajo, obligando a la gente a caminar varios kilómetros a veces para conseguir noticias de sus parientes en la ciudad.
Desde primeras horas del sábado los soldados franceses, que la víspera patrullaban sin bajar de sus vehículos blindados, mostraron su fuerza. Simbólicamente, una de esas patrullas pasó ante la entrada del palacio presidencial.
En un principio, el dispositivo francés iba a contar con 1.200 hombres, según París (aproximadamente 350 soldados fueron desembarcados la semana pasada en Camerún). Sin embargo, el presidenteFrançois Hollande, ha anunciado que este mismo sábado habrá desplegados en República Centroafricana unos 1.600 militares franceses.
«El jueves por la tarde había 600 militares. Anoche eran 1.000 y para esta misma noche serán 1.600», ha anunciado Hollande en la rueda de prensa convocada para clausurar la Cumbre del Elíseo para la Paz y la Seguridad en África que se celebra en la sede presidencial francesa, a la que han acudido unos 40 dirigentes africanos. «Es una cifra que permanecerá (en el país) el tiempo que sea necesario para cumplir su misión», ha afirmado el mandatario francés.
Refugiados en dos iglesias
Según testigos que fueron interrogados por teléfono, sólo algunos disparos esporádicos de armas automáticas se escucharon la noche del viernes, sin comparación con las dos noches anteriores. El sábado no había ningún balance de las eventuales víctimas de esos disparos.
Destacamentos de la fuerza africana fueron a brindar protección a dos iglesias de la ciudad donde habitantes aterrorizados estaban refugiados desde el jueves, mientras los alrededores eran controlados por combatientes armados.
También había algunos hombres armados circulando por la ciudad, aunque menos numerosos que los días anteriores.
La presidencia centroafricana pidió el viernes a todas las fuerzas de defensa y de seguridad -procedentes en su mayor parte de la antigua rebelión- que volvieran a sus cuarteles, autorizando únicamente a las fuerzas africanas, francesas y de la seguridad presidencial a llevar a cabo la tarea de patrullar la ciudad de Bangui.
A pesar del sentimiento general de alivio en la capital, algunos de su habitantes pedían a las fuerzas francesas que «desarmasen a toda esa gente», como dijo un joven, mostrando con la mirada una camioneta cargada de combatientes. Sin embargo, se negó a dar su nombre, demostrando que el miedo sigue dominando a la ciudad.
«Hay que recoger todas las armas en las casas. Hay demasiadas armas», insistió.
Después de sufrir durante varios meses las atrocidades de los exinsurgentes Seleka, en su mayor parte musulmanes, muchas personas en Bangui, una ciudad mayoritariamente cristiana, abrigan sentimientos de venganza. Esta cólera de la población hacia Seleka se desplazó progresivamente contra los civiles musulmanes.
La misión de los militares franceses, que deben apoyar a la fuerza africana en el país, consiste en garantizar «una seguridad mínima, permitiendo que se lleve a cabo una intervención humanitaria, algo que no es posible actualmente», según el ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian.