En 2009 en Egipto aún gobernaba Mubarak y los Hermanos Musulmanes pugnaban por abandonar la clandestinidad. Cuatro años y medio después el Mubarak es solo es un mal recuerdo, pero los militares que gobernaban con él continúan en el poder y la hermandad musulmana ha sido declarada “grupo terrorista”. Es como si nada hubiera ocurrido en todo este tiempo.
Al contrario, hemos sido testigos de un espectacular levantamiento popular que en solo unos meses, a comienzos de 2011, disolvió cuatro décadas de dictadura y comenzó un peculiar camino hacia la democracia El experto del CIDOB, Moussa Boubreka, explica a www.teinteresa.es que » en Egipto ha cambiado el paradigma en la medida en que se ha acabado con una dictadura y los egipcios saben que la calle puede gobernar. En su opinión, entre los aspectos positivos de esta Primavera Árabe está el “empoderamiento de la población y la creación de una sociedad civil”.
Desde la caída de Mubarak hasta la vuelta de los militares, la población egipcia ha demostrado que son capaces de intervenir en el futuro político de su país. Una situación impensable durante los 30 años de dictadura de Hosni Mubarak.
Moussa Boubreka considera que la falta de experiencia política de los Hermanos Musulmanes tuvo una influencia negativa en su manera de gobernar. «Los Hermanos Musulmanes gobernaron de manera hegemónica. Decían que el Islam era la forma de gobierno y no tuvieron en cuenta las políticas sociales, económicas o resto de fuerzas políticas», subraya. En definitiva, los Hermanos Musulmanes no supieron adapatarse al «juego democrático».
Preguntado por los motivos que llevaron a los egipcios a apoyar a los Hermanos Musulmanes y posteriormente a rechazarlos, explica que influyeron varios aspectos. Por un lado, se vio en la Hermandad un movimiento político contrario a la dictadura militar y por otro, históricamente, cuentan con una red de escuelas y hospitales que han ejercido una gran labor social entre los más desfavorecidos, principalmente en las ciudades pequeñas De ahí su apoyo masivo y su posterior rechazo cuando gobernaron para su servicio. «Tres años depués, los egipcios saben que la calle es un arma pero es hora de que la democracia empiece a gobernar«, concluye.
Tres años después, Amnistía denuncia una represión a gran escala
Los «jóvenes de la revolución» egipcia lograron derrocar en 2011 a Hosni Mubarak, pero tres años después algunos están presos y otros han muerto a causa de la ola represiva que recuerda los métodos del antiguo régimen.
Amnistía Internacional denuncia en su informe ‘Hoja de ruta de la represión: no se vislumbra el fin de las violaciones de derechos humanos’ que Egipto ha sido escenario de una violencia sin precedentes en los últimos meses, con unas fuerzas de seguridad que han venido cometiendo graves violaciones de derechos humanos y una fuerza excesiva, incluso letal, contra los manifestantes de oposición y en las protestas organizadas en los campus universitarios.
Jordi Baltàm, coordinador del trabajo sobre Norte de África en Amnistía Internacional, ha explicado a www.teinteresa.es que entre los aspectos más preocupantes está la “impunidad motivada por la inexistencia de separación de los poderes. “El poder judicial está dominado por el político y persiste la sensación de que la autoriad está por encima de la ley”, explica.
“En los últimos 7 han muerto 1.400 personas por motivos político en las calles de Egipto. El clima de violencia es muy elevado y la sociedad está tan dividida que parece difícil que se ponga fin a esta situación, según este informe. “En lugar de poner freno a esta situación, las autoridades utiliza la represión. Se utiliza la retórica del ‘antiterrorismo’ para justificar una represión generalizada que no distingue entre la disidencia legítima y los ataques violentos”, concluyó.
Una economía asfixiada y una población hambrienta
La revolución no ha aportado bienestar, y de momento, ha salido cara. Egipto ya ha reconocido que entre 2011 y 2012, el coste económico de las revueltas, en términos de caída de ingresos fue de 7.500 millones. Oficialmente, uno de cada cinco egipcios viven por debajo del umbral de la pobreza, con menos de 2 dólares al día, pero la realidad puede ser todavía más cruda.
El cambio de régimen ha disuadido a los turistas. Esta industria, que supone un 11% del PIB del país también ha caído. Se estima que en los últimos tres años, la actividad en las principales atracciones del país: El Cairo, Assouan y Luxor, ha descendido un 70%. Si en 2010 el país recibió 15 millones de visitas, en 2012 fueron cerca de 11. Y mientras, la economía depende cada vez más del exterior y se asfixia. La esperanza que generó la primavera árabe hace tres años se ha esfumado y en Egipto solo queda odio expresado en forma de bombas.