Siria posee 300 toneladas de gas sarín, según los datos revelados por el diario The Washington Post, que cita fuente relacionadas con la información. Estos nuevos datos reducirían a 9 meses el tiempo necesario para destruir el arsenal químico del régimen de Bashar al Assad.
Los expertos en armas estimaron que Siria posee más de 1.000 toneladas métricas de armas químicas, incluidas las 300 toneladas métricas de gas mostaza. Sin embargo, el resto de las reservas se componen de precursores químicos de los agentes nerviosos que no se pueden transformar en armas y se presentan en forma de «líquidos a granel» y por lo tanto son más fáciles de destruir. ¿Qué métodos de destrucción de armas químicas existen en la actualidad?
Según varios expertos, existen 3 tipos principalmente: incineración, hidrólisis y hacer explotar las armas en un tanque. La primera requiere la construcción de una instalación adecuada que se utilizará como un horno. En su interior, con filtros de carbón activo para eliminar las sustancias se destruyen. Entre los aspectos positivos de este proceso destaca que se puede hacer casi de manera automática y en grandes depósitos por lo que sería más rápido. El lado negativo, de este proceso es que podría ser altamente contaminante si se filtra en el aire. Por ejemplo, este método está prohibido en Rusia. También hay que apuntar que el coste económico es muy elevado y la construcción del tanque podría llevar años.
El segundo de los métodos es hidrólisis. Es un proceso químico que añade al gas sarín otra sustancia para provocar una reacción química que le permita hidrolizarse. Aunque es menos costoso, el resultado es que el gas dispuesto para su eliminación pasa a formar parte de un residuo, también tóxico. Limpiarlo requiere un tratamiento lento, si bien menos dificultoso, desde el punto de vista químico. La parte positiva de este método es que la tecnología podría utilizarse en el futuro, pero igual que el proyecto anterior es caro y son necesarios muchos años para desarrollarlo.
El tercero de los métodos, consiste en realizar explosiones controladas en un tanque móvil de acero. La ventaja de este método respecto a las dos es el tamaño, ya que son pequeños tanques que puede ser construido en cualquier parte. Además puede destruir los agentes químicos y los cohetes que se utiliza para disparar los agentes.
Armamento contra agentes químicos
El Pentágono lleva años intentando desarrollar armas capaces de acabar con un arsenal químico sin correr peligro y los expertos se refieren a las «Agent Defeat Weapons» (armas neutralizadoras de agentes químicos). Este armamento operan de diversas maneras pero la característica esencial es el calor intenso –como una bomba superincendiaria– que destruye el agente biológico o químico en a la vez. Las temperaturas necesarias son altísimas, entre 1.200ºC y 1.500ºC.
Otro de los sistema que estudian los científicos es el «Crash Pad». Se trata de una bomba que lleva una carga explosiva para romper los contenedores de almacenamiento y 300kg de fósforo blanco, que arde a hasta 2.700ºC y puede destruir agentes químicos más rápidamente.
También está el Arma de Ataque Pasivo o PAW, que depende de la energía cinética de más de 3.700 barras de acero o tungsteno para producir el calor necesario para desintegrar los agentes químicos. Sin usar explosivos, esta bomba de 450kg se divide en el aire tras ser lanzada a altísima velocidad y deja caer las barras, que perforan los recipientes de almacenamiento químico.