Este 12 de enero se cumplen nueve años del terremoto que arrasó Haití y provocó alrededor de 300.000 muertes y un número similar de heridos. Aproximadamente 1,5 millones de personas perdieron su hogar y otros bienes materiales. Después de ese 12 de enero de 2010, el país se hundió más en la pobreza y la corrupción.
Haití es el país más pobre de América Latina. Las desigualdades, la violencia, las epidemias y la inestabilidad política son algunos de los asuntos pendientes con los que ha de lidiar este país y que dificultan el camino hacia la recuperación.
El 4 de octubre de 2016, cuando los estragos del terremoto aún seguían presentes, el huracán Matthew arrasó la costa suroeste del país y parte de República Dominicana y Cuba. La catástrofe dejó más de 1.000 muertos, unas 2,1 millones de personas afectadas (de las cuales 894.000 fueron niños y niñas) y más de 1,4 millones que requerían asistencia humanitaria. El número de personas desplazadas ascendió a alrededor de 175.500, el 15% de ellas niños y niñas menores de 5 años.
Menos de un año después, el huracán Irma provocó nuevas inundaciones, personas heridas y una fallecida. Sus efectos fueron menores de lo esperado porque el ciclón no golpeó de lleno en Haití, sino que se desvió hacia el norte.
Las situaciones de pobreza y vulnerabilidad multiplican exponencialmente los efectos de catástrofes naturales. No se puede influir en la intensidad de terremotos ni huracanes pero sí es posible combatir la pobreza para así reducir los dramáticos impactos de estos fenómenos de la naturaleza e incentivar el empoderamiento de la población e instituciones locales.
Entreculturas trabaja en Haití desde antes del terremoto. Junto a Fe y Alegría, su socio en el terreno, han considerado siempre la educación como un medio eficaz para la superación de la pobreza. Antes del seísmo, Haití contaba con una tasa de alfabetización del 62% y casi 3 millones de niños y niñas estaban fuera del sistema educativo. Las infraestructuras escolares eran de muy baja calidad y la formación del profesorado deficiente.
Aún hoy en día, a pesar de que la educación es un derecho reconocido por la Constitución Haitiana de 1987, la situación pedagógica en Haití sigue siendo muy precaria y deficiente en cuanto a Calidad Educativa. La tasa de alfabetización es de un 57% entre la población mayor de 15 años y alrededor de medio millón de niños y niñas haitianos no tienen en la actualidad acceso a una educación de base. El índice de suspensos en los exámenes oficiales ronda el 70% y 50% en las dos evaluaciones obligatorias que se realizan en primaria y secundaria, respectivamente.
Tras el terremoto y, años más tarde, el huracán, en un contexto devastado y sin estructura de poder sólida, el acceso a la escuela se convirtió en una prioridad. Así, Fe y Alegría, contando con el apoyo de Entreculturas, pasó de ofrecer servicios educativos en dos escuelas a contar con 17 centros y 235 docentes en las comunidades más vulnerables del país que en la actualidad que dan acceso a educación primaria, secundaria y técnica a cerca de 5.000 niños, niñas y jóvenes.
Del mismo modo, ante los desastres naturales que ha sufrido Haití desde el 2010, hemos apoyado a Fe y Alegría con la reconstrucción y equipamiento de centros, distribución de materiales didácticos, construcción de viviendas, distribución de semillas, animales y herramientas de crianza y agrícolas para promover medios de vida sostenibles, formaciones en prevención de desastres y actuación en emergencias o apoyo pedagógico a las escuelas.
Este apoyo tras el terremoto y el Huracán Matthew continúa pero, además, hemos colaborado con Fe y Alegría en otras actividades de fortalecimiento de calidad educativa, de promoción del acceso a la educación de niños, niñas y jóvenes en el país, de facilitación de medios de vida en las comunidades o de fortalecimiento institucional.
Nuestro compromiso se extiende también a la educación en valores o la lucha contra la violencia de género. Así, Haití es uno de los países destacados en la Campaña Luz de las Niñas que hemos lanzado recientemente y mediante la que se pretende visibilizar, prevenir y actuar ante la violencia de género que sufren las niñas y mujeres jóvenes.
Actualmente, ante una creciente inestabilidad política y social provocada por la corrupción, la falta de transparencia, las movilizaciones de la sociedad contra el desigual reparto de recursos, y una constante falta de compromiso por parte del Estado en el ámbito educativo sigue siendo necesario y fundamental garantizar el acceso a la educación. Ante esto, y ante la vulnerabilidad del país ante las catástrofes naturales, las escuelas de Fe y Alegría en las comunidades más vulnerables ofrecen un espacio seguro para que el alumnado pueda seguir ejerciendo su derecho a asistir a la escuela. Desde Entreculturas seguimos construyendo futuro, seguimos con Haití.