La otra cara de Fukushima la viven los trabajadores que siguen en ella hoy. Entre 6.000 y 7.000 personas trabajan a diario en condiciones penosas para intentar que no se convierta en un nuevo polvorín. En los dos últimos años, gracias a una reducción de la radiactividad ambiente en dos tercios de la central, los nervios están más calmados. Pese a todo, el personal no puede bajar la guardia, como recordó hace unas semanas un accidente mortal en las instalaciones. El material que se instaló inmediatamente después del accidente deberá ser sustituido por medios más duraderos y nuevas tecnologías para el desmantelamiento.
Mantener al personal competente durante años en la central plantea una serie de problemas, como el estricto control de su exposición a las radiaciones y la reducción de la vulnerabilidad de las instalaciones ante las catástrofes naturales.
La central nuclear de Fukushima ya no se considera como un polvorín, sí, pero el problema del agua contaminada sigue vigente y no se sabe cómo sanear las instalaciones. Cuatro años después del drama, ésta es la situación en Fukushima.
– Reactores 1 a 3: esas tres unidades, cuyos núcleos se fundieron durante el accidente, se siguen refrigerando permanentemente y sus alrededores se limpian para reducir las radiaciones. Los equipos de la compañía Tokyo Electric Power (Tepco) y centenares de empresas subcontratadas realizan análisis frecuentes y mejoran, en la medida de lo posible, los equipos instalados para mantener la corriente de agua.
Las piscinas de desactivación de esos reactores se mantienen entre los 10 y 25ºC.
Sin embargo, no se han conseguido avances en la mayor tarea pendiente: la localización y la recuperación de los «restos», esto es, el combustible fundido que pudo atravesar la estructura de confinamiento de esos tres reactores.
– Reactor 4: su núcleo no se fundió, ya que estaba vacío cuando se produjo el tsunami. Su piscina de desactivación representaba, no obstante, un importante peligro que se solucionó con la retirada, completada en diciembre, de las 1.533 unidades de combustible que contenía.
615.000 metros cúbicos de agua siguen almacenadas
El inicio de la retirada de combustible residual en las otras piscinas se llevará a cabo entre este año y finales de 2017. Unos 615.000 metros cúbicos de agua están almacenados en más de 1.100 contenedores y cisternas de distintos tipos, y hay 65.000 metros cúbicos en las construcciones y zanjas situadas bajo la central.
Una parte del agua ha sido limpiada de la mayoría de elementos radiactivos, pero no se puede devolver a la naturaleza en su estado actual.
Quizá sea necesario liberar el agua al mar, aunque siga conteniendo tritio, dado que, a largo plazo, es imposible conservarla en estas condiciones. Además, el volumen almacenado no para de aumentar, aunque se estableció un desvío río arriba para reducir la cantidad de líquido contaminado.
Tepco debe vigilar constantemente las instalaciones, ya que se siguen produciendo fugas radiactivas que provocan frecuentes llamadas de atención de las autoridades.
Por otra parte, la construcción de un muro de hielo subterráneo para bloquear el flujo de agua que discurre desde la central hasta el océano se ha retrasado y debería necesitar años de trabajo, con resultados inciertos.
Las autoridades japonesas aseguran, no obstante, que «apenas hay radiactividad fuera del puerto de la central».
Según el informe »La Crisis Nuclear Japonesa. Informe sobre el estado de Fukushima Daichii» elaborado por Greenpeace el desconocimiento de la ubicación exacta de los núcleos fundidos, causantes de la emisión de la radiactividad peligrosa para la salud y el medio ambiente son un enorme problema. Se acepta ya que una gran proporción se ha derretido a través de las vasijas a presión.
Greenpeace denuncia que 800 toneladas contaminan día a día
El informe destaca que hay aguas contaminadas por todas partes. Así, asegura que las aguas subterráneas se contaminan también debido a la contaminación superficial para, posteriormente, acabar en el océano Pacífico. El estudio refleja que oficialmente se emiten 800 toneladas más, de las cuales la mitad escapan sin control y contaminan cada día.
Asimismo, la ONG ecologista señala que existen elevados niveles de radiación. En concreto, explica que el nivel objetivo de descontaminación del Gobierno japonés a largo plazo es de 0,23 micro Sv/h, aunque detalla que en el monitoreo que realizó, en octubre de 2014, encontró que un 59% de las mediciones de radiación sobrepasaban el nivel objetivo.
«Hay radiación a niveles suficientemente altos como para plantear problemas de salud para las personas que siguen conviviendo a diario con esta contaminación», añade al respecto. También ha sido testigo del almacenaje de los residuos radiactivos incluso en los patios traseros de las viviendas, entre otros problemas.