Durante décadas los familiares de las víctimas de los atentados más cruentos de historia reciente de Italia han pedido a los sucesivos gobiernos que se desclasificaran los documentos relativos a estas masacres, algunas de las cuales aún están rodeadas de numerosas incógnitas. Eso sí, pese a los ruegos ciudadanos, políticos de distinto signo han hecho caso omiso. Ahora, la llegada del primer ministro Matteo Renzi ha supuesto un revulsivo en lo referente a transparencia. En un intento por desmarcarse de su antecesor, Silvio Berlusconi, el actual dirigente italiano ha tomado la decisión de desclasificar la documentación relativa a las masacres terroristas que se produjeron en el país entre 1969 y 1984.
Pese a que aún sobrevuelan diversas incógnitas sobre los culpables o cómplices de algunas de estas masacres, esta medida sin precedentes propiciará nuevos análisis y reflexiones sobre la historia más oscura de Italia que quizás arrojen luz sobre los mismos. Eso sí, según las declaraciones del director del diario »La Repubblica», Ezio Mauro, recogidas este miércoles por el diario »El País», «los documentos no señalarán a los culpables, pero sí servirán para reconstruir tramas, complicidades y poner de manifiesto incongruencias y contradicciones».
Desde el gobierno aseguran que la decisión supone el «reconocimiento de los archivos de inteligencia como activos disponibles para los eruditos, el mundo de la información y de todos los ciudadanos», recoge el artículo de este miércoles de »La Repubblica». Para Renzi, «uno de los puntos clave de nuestra acción de gobierno es precisamente el de la transparencia y la franqueza». Es más, en Italia esperan que esta iniciativa se extienda pronto a las masacres de la Mafia de los años noventa.
Una de los sucesos más graves sobre los que se tendrá acceso a la información oficial de la época es el acaecido en 1980 en la estación de Bolonia, donde la explosión de una bomba dejó 85 muertos y dos centenares de heridos. En este caso la masacre se atribuye a la organización neofascista Orden Nuevo. Precisamente, la mayor parte de estas matanzas pertenecen al período conocido como los Años del Plomo, una etapa de gran inestabilidad política y violencia callejera que se dio durante toda la década de los setenta, en la que se produjeron numerosos atentados y ataques perpetrados por grupos fascistas, de extrema izquierda, por la propia Mafia y también por parte de los servicios secretos.
La documentación que ahora se hará pública, eso sí, poco a poco y de forma cronológica, se refiere a ocho grandes atentados: el de la Piazza Fontana (1969), cuando una bomba estalló en un banco de Milán y dejó 17 muertos y 88 heridos; la explosión que provocó el descarrilamiento de un tren en la localidad de Gioia Tauro (1970), que provocó 6 muertes y 70 heridos; el atentado contra policías en Peteano (1972), el ataque de Piazza della Loggia (1974), donde una bomba llevó a la muerte a ocho personas y dejó más de un centenar de heridos; la explosión en el tren Italicus en Bolonia (1974), en la que fallecieron doce personas y hubo casi medio centenar de heridos; el gravísimo atentado de la estación de Bolonia, el más cruento de todos; la bomba en un tren de la Toscana en 1984 (15 muertos y 267 heridos) y la conocida como masacre de Ustica, el derribo por un misil de un avión comercial que hacía la ruta Bolonia-Palermo y en el que viajaban 81 personas el 27 de junio de 1980.
Este suceso es bien conocido dentro y fuera de Italia, por todas las incongruencias y enigmas que lo rodearon durante casi dos décadas. Las contradicciones en los testimonios militares, las afirmaciones de altos cargos del Ejército que aseguraban que un artefacto había explotado dentro del avión, las hipótesis de un golpe militar, las teorías que apuntaban hacia otros países como posibles culpables, confluyeron finalmente en una investigación judicial en 1999, en la que se llegó a la conclusión de que avión fue una «víctima fortuita» de una acción militar entre aviones de la OTAN y cazas Mig libios.
Aun así, en 2008, la fiscalía de Roma reabrió la investigación, después de que el expresidente de la República Francesco Cossiga asegurara que la causa de la caída del avión fue un misil lanzado por un avión de la Marina francesa, que pretendía alcanzar el aparato en el que viajaba el entonces líder libio, Muamar el Gadafi. El año pasado, el Tribunal Supremo italiano condenó al Estado a resarcir a los familiares de los fallecidos en el accidente aéreo, que todavía no saben qué ocurrió realmente.