Hasta este lunes tenía Ucrania para pagar parte de la deuda que contrajo con el gigante gasista ruso Gazprom si no quería quedarse sin gas. Hasta este lunes a las 10:00 de la mañana de Moscú (8:00 hora peninsular). Y finalmente, después de las amenazas, Rusia ha cumplido y ha decidido cerrar el grifo. A partir de ahora, si Ucrania quiere gas natural, deberá pagar por adelantado.
Mientras la deuda, de cerca de 4.500 millones de dólares, se debate en el seno del Tribunal de Arbitraje de Estocolmo, los países europeos se echan las manos a la cabeza ante la posibilidad de que el corte del suministro a Ucrania les deje a ellos también sin gas. No sería algo nuevo, ya ocurrió en 2006, después de la Revolución Naranja, y en 2009, tras expresar Ucrania su apoyo a Georgia, en conflicto directo armado con Rusia.
De momento, no hay de qué preocuparse: no es lo mismo cortar el grifo del gas natural en verano que en invierno, por supuesto. El director del programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano, Gonzalo Escribano, es optimista en este sentido: a corto plazo no tendrá grandes efectos. “Estamos en verano y Ucrania tiene reservas de gas, entre lo que ha ido guardando y lo que le han enviado otros países”, ha explicado a Teinteresa.es. “El problema llegará en invierno, cuando esas reservas se agoten y entonces, sí podrá afectar a otros países”, añade.
En Europa, sólo seis países tienen dependencia total del gas que procede de Rusia: Bulgaria, Estonia. Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia. Pero no sólo eso, sino que desde República Checa, cuyo consumo depende en más de un 80% del gas ruso, hasta Países Bajos, con una dependencia del 5,8%, casi todos los países de Europa tienen una necesidad energética con Rusia y la mayor parte del gas tiene que pasar por suelo ucraniano. Sólo se libran Chipre, Dinamarca, Irlanda, Malta, Portugal, España y Reino Unido, con independencia gasista.
Si se repitiera el escenario de 2006 o el de 2009 y Ucrania decidiera “secuestrar” el gas destinado a Europa podría afectar a muchos países, principalmente, a Hungría, República Checa, Eslovaquia, Rumanía y, por supuesto, Alemania, Italia y Francia. No obstante, los más perjudicados serán “Hungría y República Checa, que tienen pocas vías de diversificación y tampoco muchas alternativas para acceder al gas”.
¿Y qué ocurre con España? Una medida como esta es difícil que afecte directamente a un país que no depende en absoluto de la energía de Rusia. Sin embargo, “sí puede afectar directamente, ya que aumentarán los precios del gas en toda Europa”. Escribano asegura, sin embargo, que “el impacto es limitado, porque los contratos del gas se hacen a largo plazo y el margen de maniobra en los aumentos del precio es también limitado”.
Además, si se imponen sanciones subiría el precio del crudo y, en ese sentido, España sí podría verse afectada, ya que “en España importamos mucho petróleo de Rusia”. De hecho, en abril de 2014 los principales proveedores de crudo de nuestro país fueron, en este orden, Rusia, Nigeria y México, con unas importaciones del 18,1%, el 17,3% y el 17,0%, respectivamente.
Ucrania tendrá que plantearse seriamente si quiere ‘secuestrar’ el gas a sus vecinos
Pero todo lo que pueda ocurrir de aquí al invierno son puras conjeturas y todo dependerá, principalmente, de la manera en que actúe Ucrania. La pregunta del millón es si Kiev será capaz de hacer lo que hizo en 2006 o en 2009 y secuestrar el gas de sus vecinos para poder abastecer a sus propios ciudadanos.
En este sentido, Escribano sostiene que “la situación era diferente entonces” y ha querido hacer hincapié en que “no es lo mismo cortar el gas en diciembre que en junio”. “Si en invierno Ucrania sigue sin suministros, tendrá que plantearse la situación en la que se encuentra y si quiere quitarle el gas a sus vecinos”, explica. En este caso, no ocurre lo mismo que ocurría años atrás, ya que en caso de cortar el gas estaría dejando de suministrar a sus principales avalistas y consumidores. Además, sería difícil decidir quitarle el gas a los países que “precisamente, son los que están ayudando a pagar su deuda”.
Indudablemente, el cierre del grifo de Rusia supone una muestra de fuerza por parte de Rusia y del quasi monopolio gasista Gazprom y tendrá implicaciones para el continente europeo. No obstante, Escribano es optimista y asegura que “no se repetirá lo que ocurrió en 2006 y 2009” y que la situación “no será tan dramática”.
Quizás, para Escribano, la consecuencia más positiva derivada de la decisión de Moscú de dejar de suministrar a Kiev es que “obligará a la Unión Europea a buscar más alternativas para obtener el gas”, abandonando paulatinamente la dependencia energética de muchos países de Rusia y, sobre todo, mejorando la seguridad energética del bloque europeo.
¿Qué ocurrió durante las guerras del gas de 2006 y 2009?
En tiempos de la URSS, Ucrania consumía gas de Turkmenistán, pero todo el suministro pasaba por la red de gaseoductos soviética. Con la caída de la URSS, la relación comercial dejó de ser a dos bandas y pasó a tres: Ucrania compraba, Turkmenistán vendía y Rusia mediaba en la transacción y ponía los gaseoductos.
Mientras Rusia y Ucrania mantuvieron buenas relaciones, la cosa no cambió, pero la Revolución Naranja, profundamente antirrusa y proeuropea, cambió el statu quo. Rusia quiso su parte del pastel y fijó un precio superior y como Ucrania se negó a pagar, Moscú le cortó el suministro. Por aquel entonces, los gaseoductos que pasaban por Ucrania transportaban el 80% del gas que Rusia vendía a Europa y ante la falta de su propio combustible, Ucrania optó por quedarse con el gas europeo.
Finalmente, Rusia y Ucrania llegaron a un acuerdo y la crisis terminó el 4 de enero con un precio intermedio, ni tan barato como el que Rusia compraba a Turkmenistán, ni tan caro como Rusia pretendía. Además, como contrapartida, Ucrania también le aumentó el precio a Rusia para dejar pasar por su territorio los gaseoductos que abastecían al resto de Europa.
En 2008 se produjo una nueva crisis de precios, provocada también por un conflicto político que vino del apoyo mostrado por el presidente ucraniano, Víktor Yuschenko, a Georgia, con la que Rusia mantenía un conflicto armado. La UE llegó a pagar 418 dólares por cada 1.000 metros cúbicos y ante estas desmesuradas subidas, los proveedores de Rusia en Asia Central le subieron también los precios, por lo que Rusia le subió a su vez el precio a Ucrania, pasando de una vez de 179 a 250 dólares por cada 1.000 metros cúbicos.
Ucrania no aceptó la subida y Rusia, que amenazó a Ucrania con ponerle un precio similar al que pagaba la UE, volvió a cortar el suministro. El escenario de 2006 se repitió y Ucrania se apropió del gas que iba destinado al resto de Europa. Aquel invierno de 2009 fue realmente frío y los países del Este, muy dependientes del gas ruso, se quedaron sin abastecimiento. Las negociaciones quedaron congeladas e incluso cuando se reanudaron, quedaron encalladas por una disparidad de criterios que elevó la crisis a un total de 13 días.
El acuerdo al que llegaron Rusia y Ucrania fue poco ventajoso para los segundos, puesto que fijaron un precio a diez años que tomó como referencia el que estaba pagando la Unión Europea, que sin embargo poco después disminuyó su demanda de gas ruso y pudo comprarlo a mejor precio, por lo que Ucrania paga desde entonces un precio superior al del la UE y además fijó un cupo que le obliga a exportar una cantidad mínima.
Sin embargo, en abril de 2010, la firma de un tratado militar incluyó una rebaja del 30% en este precio, con repercusión sólo para el sector industrial. Ucrania considera que el pacto de 2010 es perjudicial para sus intereses y no ha respetado el cupo acordado, una cantidad que Rusia considera deuda.
En 2009, más de 2.500 hogares en Bulgaria se quedaron sin calefacción… en pleno invierno
En 2006 se restableció el suministro de gas algo más rápido, pero en 2009, los resultados fueron complejos. Polonia empezó a notar la reducción de la entrada de ga enseguida, mientras República Checa empezó a sufrir cortes de gas. Alemania, Italia, Francia… todos notaron el descenso. Mientras, en Eslovaquia llegó a decretarse el nivel de emergencia de gas porque, a pesar de tener reservas suficientes para aguantar más de dos meses sin suministro, el frío impedía que hubiera suficiente presión para poner en marcha las reservas.
Sarajevo, por su parte, sólo contaba con reservas para cinco días, por lo que temieron una auténtica catástrofe humanitaria, mientras en Bulgaria, más de 2.500 viviendas se quedaron sin calefacción en pleno invierno, con temperaturas muy por debajo de cero grados, y 64 escuelas tuvieron que cerrrar.
Bosnia y Serbia también sufrieron las consecuencias, intentando combatir el frío sin agua caliente ni calefacción. Rumanía también se vio obligada a decretar la situación de emergencia energética, porque las temperaturas, por debajo de los 15 grados bajo cero, no permitían recurrir a las reservas.
Otros países como Alemania o Italia sí que cuentan con otras opciones de calefacción y energía, como el carbón, pero en muchos países balcánicos se vieron obligados a quemar madera para calentarse. Incluso, en muchas escuelas tuvieron que cancelar o reducir las jornadas escolares porque los niños no podían aguantar clases con tanto frío. Una profesora de un instituto rumano explicaba, entonces, que sus alumnos sólo habían aguantado una hora por las bajas temperaturas.
También las fábricas se vieron seriamente afectadas, entre ellas las compañías automovilísticas, que tuvieron que dejar de fabricar por la falta de energía: Peugeot, Citroën, Kia, Suzuki, Promet de Burgas… muchas empresas no pudieron fabricar mientras duró el bloqueo energético de Rusia.
La peor consecuencia: las muertes por frío. Incluso aunque todos los años, sin crisis energéticas, las bajas temperaturas se llevan a gente por delante, en 2009 la cifra de víctimas fue mayor.