Netanyahu se ha visto obligado a disolver su gobierno de coalición y convocar elecciones anticipadas ante la crisis por la que atraviesa su gabinete teniendo en cuenta, en el horizonte, varias cuestiones: el reciente proyecto de Ley presentado por un estado judío, la falta de acuerdo con los palestinos y la ofensiva que lanzó este verano contra la Franja de Gaza.
Avigdor Lieberman, titular de la cartera de Exteriores, ya adelantaba lo que parecía «ser un hecho» y tildar de «fracaso» la reunión que mantuvieron este pasado lunes el primer ministro israelí y el ministro de Finanzas, Yair Lapid. Tras este encuentro se conoció la expulsión de la coalición de dos ministros clave: el de finanzas (por el partido Yesh Atid) y la de Justicia, Tzipi Livni (Hatnua). Así se desmembraba este gobierno de coalición formado por cinco grupos políticos. Esta decisión se produce a tan solo dos años de las anteriores elecciones y repite una tendencia que los expertos apuntan desde que Israel se proclamase estado en 1948: ningún ejecutivo ha terminado su mandato.
Los expertos consultados por Teinteresa.es apuntan a que Netanyahu buscará apoyos en los sectores más radicales de la política, así como que electorado puede virar hacia una tendencia. Esto es consecuencia de que está muy influenciado por lo que pasará en cuestiones de seguridad, el contexto internacional o la evolución de la situación en Oriente Medio.
Rafael Calduch, director del Instituto Complutense de Estudios Internacionales y catedrático de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias de la Información de la citada institución, explica que Netanyahu necesita a aliados ultranacionalistas: «Yo creo que es la consecuencia de Netanyahu de su incapacidad para seguir gobernando. Al menos oficialmente la posición de Netanyahu es que los exministros de su gobierno le están presionando por el tema de los asentamientos judíos en Jersusalén, el tema de la intervención que se hizo en Gaza… ese tipo de medidas en las partes socialdemócratas y de centro están siendo difíciles de apoyar. Netanyahu tiene que convocar elecciones en marzo o en abril porque él querría que salieran potenciados los partidos radicales o de ultraderecha para que apoyasen sus medidas».
Haizam Amirah Fernández, experto analista en Mediterráneo y Oriente Medio del Real Instituto Elcano, explica a Teinteresa.es que «Netanyahu está yendo hacia posiciones más radicales con el proyecto de Ley del Estado Judío, le aleja de los electores moderados». Así, coincide con la opinión de Calduch, porque «ha adelantado las elecciones porque cree que esta oportunidad le va a servir para obtener ventaja de los sectores más judaizantes, él está seguro de que los comicios le pueden beneficiar a él en su coalición».
Calduch apunta a que dos cuestiones pueden hacer virar al electorado, la primera de ellas tiene que ver con lo que ocurra en el ámbito exterior de Oriente Medio: «Un éxito o un avance significativo en la lucha contra el Estado Islámico, por parte de la coalición de países a nivel internacional, puede incrementar la presión de Estados Unidos e influir en la política nacional israelí».
Además: «Una evolución diferente de la guerra en Siria y sus consecuencias para el Líbano puede también dar un giro a las elecciones en el Estado de Israel». No obstante objeta que «extrapolar de aquí a cuatro cinco meses lo que va a ocurrir en Israel es extrapolar demasiado, teniendo en cuenta que puede cambiar mucho la política».
Los últimos atentados en la sinagoga de Har Nof, en Jerusalén, han aterrorizado a la población israelí, y si continúan las amenazas de seguridad la tendencia de los electores puede cambiar, tal y como explica Calduch: «También puede ocurrir a la inversa: una cadena de atentados terroristas en Israel impulsados por Hamás o por Hezbolá pueden hacer que se radicalice el electorado y el voto se vaya hacia la extrema derecha».
Una potencia que se ha quedado aislada por las políticas de Netanyahu
El talón de Aquiles para Netanyahu es el proyecto de Ley del Estado Palestino, que le ha traído quebraderos de cabeza pero que quiere sacar adelante pues, de momento, no piensa en apostar por la política de los dos estados. Este es un proyecto que dejaría fuera de los privilegios de la ciudadanía a 1,9 millones de israelíes de credo árabe. Según los analistas más progresistas judíos, como Aeyal Gross en el diario progresista »Haaretz»: «La igualdad total social y política -que nunca se ha logrado- ha sido reemplazada por derechos individuales para todos los ciudadanos de acuerdo a cualquier ley».
De la misma forma opina Amirah Fernández: «Cada vez hay más voces dentro de Israel que dicen que este proyecto de Ley lo que hace es minar la democracia israelí, que estaría por encima del carácter democrático del Estado de Israel. Voces israelíes judías e israelíes árabes».
No es un secreto que Netanyahu está abocando a Israel a el aislamiento internacional con la radicalización de sus medidas. Su relación con Obama tampoco pasa ahora por su mejor momento, ambos líderes se han lanzado acusaciones mutuas en los últimos tiempos. Hay incluso actores de la política y la inteligencia que se lo reprochan, afirma Haizam Amirah Fernández: «Estos eran gente del Mossad y del Shin Bet que hablaban de que Israel se había convertido en una potencia aislada por las políticas de Netanyahu y porque no estaba dejando hacer para llegar a un acuerdo con los palestinos».
Recientemente Europa ha visto cómo se generalizaba un movimiento político para ejercer votaciones no vinculantes sobre el reconocimiento del Estado Palestino. El primero fue Suecia, después Gran Bretaña y Reino Unido, más tarde España, que lo hizo casi por mayoría de todos los grupos parlamentarios, y este martes fue el turno de Francia.
Pero este hecho, señala Amirah Fernández, es producto de las políticas que ha llevado a cabo Netanyahu, que van claramente en su contra: «Las políticas de la coalición de Netanyahu están yendo hacia una polarización del electorado israelí, los movimientos que se están produciendo en todos los países europeos por el reconocimiento de Palestina se están produciendo por la frustración hacia sus políticas. Se ve también como una forma de rescatar a la Autoridad Palestina por la falta de avance y también como una forma de recuperar la solución de los dos estados, porque las políticas de Netanyahu van en contra de este hecho».
Calduch, por su parte, dice que propicia el discurso nacionalista exaltado: «El que en Europa estén votando de manera simbólica por el reconocimiento de un Estado Palestino puede despertar reacciones ultranacionalistas judías, facilitan el discurso victimista que se hace por parte del partido de Netanyahu y por los sectores ultrareligiosos».