En su discurso de aceptación, el jefe de Estado más anciano de África se ha centrado en la defensa del continente ante los deseos extranjeros de explotar su riqueza mineral. «Los recursos de África pertenecen a nadie más que a África y a sus amigos. Tendremos amigos, sí. Pero basta ya de imperialistas y colonizadores», declaró.
Mugabe, de 90 años de edad y perpetuado en el poder desde la independencia de su país de Reino Unido en 1980, asume un cargo puramente ceremonial pero con cierta carga simbólica que incomoda a sus críticos, desde la oposición zimbabuense del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) como a diplomáticos internacionales.
«No estamos precisamente emocionados por el nombramiento», según hizo saber uno de ellos a Reuters, bajo el anonimato. «Carece de la legitimidad política para liderar a un continente que debería luchar por consolidar la democracia y el buen gobierno», ha añadido antes de reiterar, sin embargo, que el compromiso internacional con la organización panafricana sigue intacto.
El MDC ha sido más directo. «Mugabe ha despedazado la democracia en Zimbabue y tanto él como su partido han arruinado la economía nacional», ha criticado el portavoz del partido, Obert Gutu. Por contra, países como Argelia han aplaudido el nombramiento de Mugabe como representante de «un importante estado miembro y un país muy comprometido», según su ministro de Exteriores, Ramtane Lamamra.