“Antes que nada soy madre en jefe”. Esta frase dicha por la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, es la que mejor define su persona. En los últimos años la hemos visto haciendo flexiones, compitiendo con un periodista en una carrera de obstáculos e incluso contando que su marido deja los calcetines tirados por el suelo.
Michelle es naturalidad en si misma, esa es su gran baza y también su bestia negra. La periodista Mónica Pérez de las Heras, nos desvela en su libro ‘Palabra de primera dama’ toda la historia de esta gran mujer que se esconde detrás del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. La periodista cuenta que Michelle es como se ve en televisión y que ha tenido que pulir ciertas maneras por ser demasiado natural. “Jamás pensé que cambiar de jersey o de zapatos iba a importar tanto”, comentó en algún momento.
“No la pifies, amigo”, le dijo Michelle a Barack justo cuando éste iba a pronunciar el discurso que daría un vuelco a su carrera política. Y es que Michelle ha ejercido en todo momento de madre, esposa y de primera dama. “Es duro ser una madre trabajadora”, ha afirmado. Siempre ha sabido bajar de la nube al presidente cuando lo ha necesitado. Mónica Pérez de las Heras relata en su libro que a veces cuando Obama llamaba a su mujer para hablar de temas políticos, ella le respondía con cosas del día a día como que tenían en casa un problema con las hormigas.
En sus primeros meses como primera dama, Michelle concedió varias entrevistas a medios de comunicación. En ellas se mostraba tan natural que develaba cosas de su intimidad casi sin que el periodista indagara mucho. Al periodista Larry King le contó que no solía ver la tele con su marido o que Barack cuando no sabía algo se lo preguntaba a ella. También quiso dejar claro que su marido era una persona corriente por lo que confesó que se dejaba los calcetines tirados en la habitación.
Sus hijas han sido en todo momento lo más importante, por ello durante la campaña electoral comenzó a preparar a sus hijas para su nueva vida. Michelle les ha contado en todo momento como iba su marido en la carrera demócrata y cuando ganó las elecciones fue la encargada de darles la buena noticia: “¿Te das cuenta de lo mucho que significa que un hombre afroamericano haya conseguido la nominación demócrata?”, les dijo a sus hijas. “Si, aunque también hubiera sido muy importante que los hubiera hecho una mujer”, respondió una de las niñas.
“Estoy aquí hoy porque quiero darles un mundo mejor; un mundo donde tendrán las oportunidades con las que nosotras y nuestras madres y abuelas solo pudimos soñar”, afirmó Michelle en un mitin. La primera dama ha sido más que eso, ha sido muy activa en todo momento y ha usado su visión maternal y el trato con sus hijas para extrapolarlo al conjunto del país.
Su marido, Barack Obama, es su principal valedor llegó a decir esto de Michelle: “Cada día que pasa comprendo más plenamente la suerte que tengo de compartir mi vida con Michelle y lo único que puedo hacer es desear que el inmenso amor que siento por ella le consuele un poco de todas las preocupaciones que le causo”. Obama la ha tenido, desde el principio de su carrera política, muy presente y en varias ocasiones ha apuntado que está donde está gracias a Michelle ya que siempre le ha devuelto a la realidad.
Michelle es una persona que engancha a todo aquel que la conoce lo cual hace que sean muy pocos sus detractores y que su popularidad sea mayor que la del presidente de Estados Unidos. Además es una referencia para muchos ya que es el fiel reflejo del sueño americano. “Nunca soñé con ser Primera Dama. Siendo negra ese sueño parecía imposible”, llegó a decir en una ocasión. Siempre mantiene vivo su pasado y su procedencia humilde: “Cuando llegue a Princeton recuerdo que me lleve un choque emocional viendo a estudiantes universitarios que conducían BMW. Yo ni siquiera conocía padres que condujeran BMW”.
La primera dama fue una pieza fundamental durante la campaña electoral de Barack Obama en 2008, dio varios mítines en público y era buscada por los medios, se la miraba con lupa lo mismo o más que a su marido. Poco a poco se la empezó a conocer más y la gente descubrió que era más que la esposa de Barack. Michelle Obama era una mujer muy culta, con mucha personalidad y una estupenda oradora. Barack llegó decir que si su mujer se presentaba a la presidencia de Estados Unidos él no se enfrentaría a ella.
En todo momento, Michelle ha querido mantener a sus hijas alejadas de la prensa. La periodista cuenta que la primera dama quiere que sus hijas tengan organizado su cuarto, hagan su cama y que no sean tratadas como princesitas. Para ella es muy importante que tengan una buena educación y que sean personas de provecho en la vida.
Michelle Obama ha cambiado la Casa Blanca no solo por fuera sino también por dentro. La primera dama se ha acercado a prensa y no ha dudado en ningún momento en responder a preguntas y en participar en retos de todo tipo. Además Michelle abandera la campaña ‘Let’s move’ que tiene como objetivo combatir la obesidad infantil en escuelas, restaurantes y toda clases de asociaciones. “Cuando da a luz a Malia empecé a hacer ejercicio porque me di cuenta de que mi felicidad depende de cómo me siento. Quiero que mis hijas vean que su madre se cuida, aunque se tenga que levantar a las cuatro y media de la madrugada para hacer gimnasia”, afirma.
Finalmente la periodista descubre cual es el secreto de la primera dama. Una cualidad que tienen muy pocas personas, pero que en el caso de Michelle abunda por todas partes como es su carisma. Michelle fue muy importante para Barack en las primeras elecciones y en estas segundas va a volver a ser una pieza fundamental. Sigue manteniendo su popularidad mientras la de su marido ha caído en picado por la crisis económica.