La cuarta sesión del juicio contra Anders Behring Breivik, el hombre de 33 años que perpetró la matanza de 77 personas en Oslo y la isla de Utoya el pasado verano, está basándose en cómo preparó el acusado los atentados. El procesado ha desvelado que pretendía hacer estallar tres coches-bomba, que uno de sus objetivos fue el Palacio Real y que se entrenó con mochilas cargadas de piedras para ejercitarse de cara a cargar con el armamento que usó.
Breivik ha mostrado su lado más cruel en la sesión de hoy al asegurar que su «objetivo en Utoya no era matar a 69 personas, era matarlos a todos». Así, el procesado ha indicado que la isla, donde se celebraba un campamentos de las Juventudes del Partido Laborista, era un «objetivo político» de accción perfecto: «El plan principal era usar el agua como un arma de destrucción masiva. Dispararía a algunos, haría detonar armamento y dejaría a la gente agonizando, y de esta manera es muy difícil huir a nado».
A pesar de todo, Breivik ha reconocido que «traté de no disparar a gente menor de 18 años porque sabía que sería muy criticado, pero los chicos se daban la vuelta y ya no podía identificar las edades por el rostro». Pero Breivik ha vuelto a recordar que «no soy un asesino de niños. Creo que todos los activistas políticos que buscan luchar por el multiculturalismo son objetivos legítimos». Eso sí, ha señalado que «no es deseable enfocar las acciones en gente menor de 18 años».
Y ha continuado con su justificación: «Los medios de comunicación dijeron que eran niños inocentes, pero 44 de ellos tenían posiciones de liderazgo dentro del Partido Laborista». Breivik ha indicado, asimismo, que «es más fácil apretar un botón y hacer explotar una bomba que disparar. Es terrible tener que hacer algo así para que tu mensaje se oiga; la prensa europea y noruega y el Partido Laborista nos habían silenciado».
En cuanto a las municiones y armas empleadas, Breivik comenzó su aprovisionamiento más de un año antes de cometer los atentados. Así, aunque «podía haber ido a los Balacanes», prefirió hacerlo de forma «legal». En praga adquirió algunas de sus armas y falsificó los escudos de la Policía. En cuanto a la munición, adquirió balas para dispararlas a puntos vitales: «La idea era, en la medida de lo posible, disparar un sólo tiro por persona a un punto vital, que es la cabeza».
En este punto, Breivik ha vuelto a hacer uso de su sarcasmo. A preguntas del fiscal Svein Holden acerca de si quedó satisfecho con la elección de este tipo de munición, ha contestado: «No se trata de estar contento. Estamos hablando de un objetivo». Y de nuevo, el fiscal pregunta: «¿Qué siente por lo que hizo?». «Siento que alcancé un objetivo».
A pesar de su idea de disparar un único tiro por persona, algunos de los fallecidos de Utoya presentaban hasta 189 impactos de bala. «El objetivo era matar», ha señalado Breivik, «y hasta que no se alcanzaba ese objetivo, se disparaba las veces que fuera necesario». De hecho, el procesado ha reconocido que otra de las opciones que barajó fue el uso de armas biológicas.
Cinco años planeando los crímenes
Desde el año 2006 Breivik comenzó a planear sus crímenes para, tal y como él mismo ha asegurado, «defender la identidad noruega del multiculturalismo imperante en Europa». Al explicar el contenido de su Manifiesto, que comenzó a escribir en 2006, Breivik ha resaltado que «la violencia sólo debería ser usada cuando no quedan otras opciones. Yo traté de hacer oír mi voz de muchas maneras, pero la prensa noruega y Europea lo censuró siempre. No es posible hacer una revolución pacífica».
Para Breivik, su fase de acción requería dinero: «Podía trabajar o robarlo, y decidí trabajar; estuve trabajando para conseguir los fertilizantes para hacer la bomba».
Así, Breivik ha comentado sus planes de acción: «Mi idea inicial era preparar tres bombas, dos de una tonelada y una de 500 kilos, y colocarlas en tres coches con tres objetivos. Dos de ellos los tenía claros: la plaza de las oficinas gubernamentales y la sede del Partido Laborista. Para el tercero, consideré muchas opciones», entre ellas, el edifico donde se encuentra el periódico Aftenposten, aunque «éste sólo representa una parte del espacio, y calculé que en el edificio habría muchos civiles. El daño sería inaceptable».
Otro posibilidad que barajó Breivik fue poner la bomba en la zona del Palacio Real, pero «atacar a la Familia Real también habría sido inaceptable. Muchos nacionalistas y conservadores culturales son monárquicos, incluido yo mismo».
Así, Breivik ha indicado que reconoció la zona de los edificios gubernamentales unas 8 veces, y cuatro la zona del Parlamento. «El objetivo de estos reconocimientos era identificar las zonas más desprotegidas de los edificios para instalar el coche bomba, junto al edificio o dentro del mismo». El acusado determinó que esta operación era complicada en el Parlamento y en los ministerios, y «era muy difícil» meter el coche-bomba dentro del edificio».
Sin embargo, Breivik ha señalado que la sede del Partido Laborista le ocasionó grandes dudas: «Había civiles, trabajadores inocentes y en los alrededores, entre otras cosas, la Asociación Turista de Noruega, y sabía que todos ellos morirían si detonaba una gran bomba».
Así que Breivik también pensó en una acción armada a pie: matar a cuantos más periodistas mejor, o integrantes del Partido Laborista. Sin embargo, la cantidad de armamento que requería una opción así hizo que Breivik se entrenara, y lo hizo con dos mochilas llenas de piedras, de unos 30 kilos de peso, que cargaba en el pecho y en la espalda, y con las que llegó a salir de excursión.
El acusado ha reconocido así en un momento determinado de la sesión que comenzó a tomar anabolizantes y esteroiedes para ganar musculatura. De hecho, ha reconocido que antes de cometer los atentados, la mañana del 22 de julio de 2011, tomó algunos de estos productos.
En este sentido, Breivik ha señalado que tampoco tuvo un plan muy claro de acción desde un principio; se entrenó para llevar armamento pesado encima, mientras trataba de dar con la fórmula correcta de la bomba: «Tuve grandes dificultades para encontrar un método, la combinación de elementos correcta para hacer una bomba». Y ha añadido: «A finales de junio, fui consciente de que no podría realizar una segunda bomba», un mes antes de los atentados.
Y es que Breivik ha reconocido que pensaba que en un mes podría hacer las tres bombas, cuando la realidad fue que sólo hizo una, «y no tenía un plan alternativo, hasta el punto de que desistí de esta idea y los objetivos cambiaron». Incluso llegó a planterase hacer una bomba atómica «que podría haber sido explosionada en diversas partes de Oslo», y en diferentes encuentros, como las concentraciones del 1 de mayo, día del trabajo, «uno de los días internacionales de los comunistas».
Así, no sólo el periódico Aftenposten era un potencial objetivo de Breivik; también el VG y la cadena de televisión y radio NRK; sin embargo, estos dos últimos no estaban «bien situados geográficamente».
Daños en las estructuras
Haciendo referencia a las veces que reconoció la zona de los edificios gubernamentales, antes de colocar su furgoneta bomba, Breivik ha señalado que tampoco tenía muy claro si los edificios podrían derrumbarse. «Lo intentaría con una bomba de una tonelada, aunque era difícil calcular los daños«. De hecho, a la pregunta de si revisó las estructuras y los pilares, ha respondido que «creo recordar que sí».
Lo que sí ha asegurado que es la bomba colocada en el World Trade Center de Nueva York en 1993, atentado en el que fallecieron seis personas, y la del Oklahoma, en 1995, que causó la muerte de 168 personas, fueron sus «puntos de referencia».
El objetivo: la isla de Utoya
No entraba en los planes iniciales de Breivik, pero «cuando me di cuenta de que me era imposible hacer más de una bomba, la estrategia cambió, y me planteé la posibilidad de llevar a cabo un tiroteo indiscriminado. Uno de los encuentros en los que podía llevar a cabo esta acción era la conferencia de SKUP, la fundación noruega para la investigación periodística, pero llegaba tarde. La otra opción era la convención nacional del Partido Laborista«.
Utoya se convierte así en su objetivo. Porque Breivik ha querido dejar claro que tanto la prensa como el Partido Laborista tienen gran responsabilidad en la actual situación de pérdida de identidad que tiene Noruega.
«Era el evento político más atractivo en Noruega, y era el objetivo más tractivo fuera de los edificios gubernamentales. Si hubiera atacdo la sede del Partido Laborista en vez de actuar en la isla de Utoya habría habido muchos muertos civiles. Utoya fue un objetivo político». Y para Breivik, cualquier día de los de la convención de las Juventudes del Partido era bueno para atacar.