Arabia Saudí acabó admitiendo ayer las circunstancias de la muerte de Jashogi — fallecido durante un interrogatorio, retenido contra su voluntad, en lo que múltiples ONG consideran una ejecución extrajudicial — tras 18 días de evasivas sobre el asunto.
Este mismo sábado, la cadena estadounidense CNN ha informado de que restos mortales del periodista saudí Yamal Jashogi fueron entregados por los responsables de su muerte en el consulado saudí de Estambul a un «colaborador» local que se encargó de hacerlos desparecer.
«Los saudíes no saben dónde está el cuerpo de Jashogi», según la cadena estadounidense, citando a estas mismas fuentes, aunque dan por seguro que ya no se encuentra en el consulado, donde el periodista entró por última vez hace casi 20 días.
La versión oficial del fiscal general saudí apuntó que se registró una disputa entre Jashogi y varias personas en el interior del edificio — donde acudió para arreglar unos papeles de matrimonio — que se saldó con su muerte.
Numerosas ONG, así como Naciones Unidas y gobiernos occidentales consideran esta explicación insuficiente, sospechan que Jashogi, un periodista crítico con el Gobierno saudí y residente en EEUU, fue interrogado, torturado y finalmente ejecutado de manera extrajudicial.
Se sospecha además que su cuerpo fue descuartizado para no despertar sospechas a la hora de sacarle del consulado.
Yemen, por su parte, sufre desde hace tres años una guerra civil que enfrenta al Gobierno de Abdo Rabbu Mansur Hadi, apoyado por una alianza regional que comanda Arabia Saudí, y a los huthis, respaldados por Irán.
El conflicto ha provocado la peor crisis humanitaria que hay actualmente en el mundo, según estimaciones de Naciones Unidas, en lo que ya era el país más pobre del Golfo antes de que estallara.