Más de partidarios del derrocado presidente egipcio Mohamed Mursi, entre ellos el guía supremo de los Hermanos Musulmanes, conocerán este lunes su suerte ante un tribunal que ya condenó a muerte a otros 500 a fines de marzo, lo que causó gran revuelo internacional.
Juzgados por cometer actos de violencia, estos casi 700 acusados esperan sus sentencias en medio de un clima pernicioso que impera en Egipto, donde una amplia mayoría de la población junto a la prensa, casi al unísono, aplauden la represión contra los islamistas.
Desde el derrocamiento de Mursi por parte del ejército, el 3 de julio pasado, la represión ha provocado más de 1.400 muertos y unas 15.000 detenciones.
El veredicto de este lunes ha sido dado dado a conocer en la gobernación de Al Minya (centro, a unos 250 km al sur de la capital) por el mismo magistrado que el 24 de marzo condenó a muerte a 529 islamistas tras una sola audiencia, una sentencia sin precedentes en los tiempos actuales, según la ONU, y unánimente condenada y denunciada por la comunidad internacional.
En la ocasión, otras 683 personas comparecerán también por primera vez y acusadas por los mismos hechos violentos ocurridos el 14 de agosto del año pasado, la jornada más sangrienta de la historia reciente de Egipto.
En aquella fecha, policías y soldados dispersaron violentamente dos manifestaciones de apoyo a Mursi en El Cairo, provocando 700 muertos y sumiendo definitivamente al país en la violencia, que ya era cotidiana desde el 3 de julio tras la destitución del primer presidente elegido democráticamente en el país.
Los seguidores de Mursi están acusados de ataques contra bienes públicos y privados ocurridos en aquella luctuosa jornada.
Tras esta única audiencia de la jornada, el juez dará a conocer su veredicto. Medio centenar de estos 683 acusados se encuentra detenido, puesto que el resto logró la libertad bajo fianza o huyó. Entre estos figura Mohammed Badie, líder de los Hermanos Musulmanes, cofradía de Mursi, que han ganado todas las elecciones tras el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak, a comienzos de 2011, antes de ser declarados «terroristas» en diciembre pasado.
Badie, encarcelado en El Cairo, puede ser condenado a muerte en éste o en otros juicios pendientes. Sin embargo, no fue llevado ante el tribunal en la primera audiencia. El guía supremo de la cofradía islamista también está involucrado, y por lo tanto será juzgado, en otro proceso masivo por violencia en Minya, que atañe a unas 900 personas pero cuya fecha aún no ha sido fijada.
Tras las condenas a muerte pronunciadas el 24 de marzo, expertos judiciales egipcios consideraron que el veredicto de primera instancia sería probablemente anulado porque el tribunal no respetó ni el procedimiento ni los derechos elementales de la defensa.
Se trata de «la mayor condena a muerte simultánea que hayamos visto en los últimos años, no sólo en Egipto sino en el mundo», habia declarado por su parte la ONG Amnistía Internacional.
Este veredicto, sin precedentes en la historia de Egipto, es «una catástrofe, una mascarada y un escándalo que tendrá consecuencias para el país durante años», protestó por su parte Gamal Eid, un experto jurídico que dirige la Red Árabe para la Información sobre los Derechos Humanos.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea afirmaron estar «profundamente preocupados» por estas condenas a muerte.