Una evaluación militar clasificada sobre las Fuerzas de Seguridad iraquíes, elaborada por Estados Unidos, concluye que muchas de sus unidades están tan profundamente infiltradas por informantes extremistas suníes o personal chií, respaldado por Irán, que cualquier estadounidense que sea asignado para asesorar a los soldados en Bagdad podría correr serios riesgos.
Según recoge el diario estadounidense ‘The New York Times’, este informe sostiene que sólo la mitad de las unidades operacionales de Irak son suficientemente capaces para que los comandos estadounidenses asesoren a sus soldados si la Casa Blanca decide ayudarles a intentar detener el avance de los combatientes suníes en el norte y oeste de Irak durante el pasado mes.
Además del dilema del Gobierno de Barack Obama sobre si reforzar su ayuda o no, el presidente de Estados Unidos se enfrenta a otra de las conclusiones de esta evaluación, que indica que las fuerzas leales al primer ministro, Nuri al Maliki, dependen seriamente de las milicias chiíes, muchas de las cuales han sido entrenadas en Irán, así como de los asesores de las fuerzas paramilitares iranés.
Las milicias chiíes se enfrentaron las tropas estadounidenses después de que Estados Unidos invadiera Irak y, en esta ocasión, podrían de nuevo presentar un peligro para los asesores norteamericanos. No obstante, sin el esfuerzo de Estados Unidos para reconstruir las fuerzas de seguridad de Irak puede que se reduzca la esperanza de acabar con la dependencia del Gobierno iraquí en las milicias iraníes.
Las conclusiones de esta evaluación subrayan los desafíos a los que debe hacer frente el Gobierno de Obama en su lucha para acabar con el Estado Islámico, antes conocido como ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria), que ha tomado grandes ciudades en Irak y que se acerca peligrosamente a Bagdad.
En el centro del debate en el Gobierno de Obama está la posibilidad de enviar más asesores militares, más armamento o sistemas de vigilancia (y, en caso de hacerlo, en qué cantidad, a qué coste y con qué nivel de riesgo) a un país que las tropas abandonaron en 2011 y que ahora se encuentra al borde del colapso.
Aunque enviar asesores estadounidenses a Irak podría exponerlos a riesgos y podría provocar que se vuelvan a enzarzar en un nuevo conflicto, esperar para actuar podría limitar la habilidad del Gobierno de contener al ISIS y de fomentar la formación de un Ejecutivo más inclusivo en Bagdad.
También hay riesgo si no se hace nada
“Hay riesgos si permitimos que las cosas las intenten resolver ellos solos, particularmente cuando hay intereses que pueden afectar a nuestro país”, asegura el jefe del Comando de las Operaciones Especiales Conjuntas, el teniente general Joseph L. Votel.
La decisión del Pentágono enviar 200 soldados y seis helicópteros de combate tipo Apache y aviones no tripulados de vigilancia tipo Shadow al aeropuerto de Bagdad se tomó impulsada por una evaluación clasificada de la Inteligencia en la que se explicaba que el aeropuerto, principal puerta de entrada y salida de soldados y diplomáticos estadounidenses, era vulnerable a ser atacado por los combatientes del ISIS.
“Es un desastre”, asegura un alto cargo del Ejecutivo de Obama. El texto, de 120 páginas, están siendo revisado por el jefe del Comando Central del Ejército, el general Lloyd J. Austin III, que supervisa las operaciones en Oriente Próximo.
El general podría hacer cualquier cambio o pedir cualquier tipo de información adicional de los equipos de asesoramiento en Irak, pero la versión final se enviará esta semana al secretario de Defensa, Chuck Hage, y a los más altos cargos del Pentágono.
¿De quién es la culpa de que EEUU no fuera capaz de estabilizar al Ejército?
Cuando Barack Obama pudo retirar a sus tropas de Irak aseguraba, orgulloso, que dejaba un país tranquilo con cierta estabilidad detrás de él. Después de una invasión que duró siete años y cuyo fin se convirtió en principal objetivo del presidente de Estados Unidos, Washington creía ciertamente que dejaba detrás un país estable, capaz de sobrevivir de forma pacífica. Y creía, ciertamente, que no había ninguna duda de ello. Ahora empiezan a surgir esas dudas.
La escalada de violencia en Irak ha provocado que el mundo entero se pregunte qué es lo que ha ocurrido para llegar al punto al que ha llegado el país, con un Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) a sólo 60 kilómetros de las puertas de Bagdad después de haber tomado, entre otras, la segunda ciudad principal del país, Mosul; un país un Ejército iraquí lleno de desertores que huyen al ver acercarse a los combatientes y a una comunidad internacional instalada en el debate sobre la respuesta, pero sin respuestas.
Aunque para la izquierda, la culpa de la situación en Irak fue del presidente George Bush, que dirigió la invasión en 2003, al ordenar la muerte de Saddam Hussein, la mayor parte de los medios estadounidenses se centran en la parte de culpa de Barack Obama.
La retirada de tropas de territorio iraquí parece no haber tenido el efecto deseado de mantener un estado estable, pacífico y tranquilo y ahora Obama se enfrenta a aquellos que le señalan como el culpable, por haber querido llevar a fin su deseo de sacar al país de una guerra que no era suya.
Esa es la razón por la que Richard Cohen, de »The Washington Post», explica que el principal error del presidente de Estados unidos fue que, durante los cinco años que pasaron desde la retirada de tropas de Bagdad hasta el comienzo de la nueva guerra de Irak dirigida, principalmente, por el ISIS, Obama ha basado su política exterior en cómo piensa el mundo que debía operar, más que en la pura realidad. Según Cohen, Oba,a estaba en un mundo en el que el recurso a la guerra había ido disminuyendo y Estaods Unidos podría, sin gran riesgos, reducir radicalmente el tamaño de sus fuerzas armadas.
Y aquí llega el principal error de Obama, el que señalan numerosos columnistas y expertos: la retirada de tropas que, según Cohen, fue fruto de su política exterior ficticia.
Aunque al final se llega a la misma conclusión, Eugene Robinson, también de »The Washington Post» considera que la decisión de retirar sus tropas viene del exceso de confianza en sus propias Fuerzas Armadas. Según Robinson, Obama compró la idea de que el incremento en el número de soldados desplegados en Irak había «curado milagrosamente» las antiguas divisiones que azotaban al Gobierno iraquí y que había conseguido el tan ansiado sueño de una democracia pluralista para el país que ahora está en conflicto.
Así, tras haber negociado la retirada de soldados de terreno iraquí,hicieron falta cinco años para que Estados Unidos se diera cuenta de que Al Maliki había enviado continuamente un mensaje poco pluralista a los suníes y a los kurdos: el mensaje de que en Irak, los que mandan son los chiíes. Aunque los kurdos parecen haber avanzado más en sus objetivos que, según muchos expertos podrían verse cumplidos en no más de una década, los suníes han optado por la vía más sangrienta.