En la Unión Europea reina la división, y la confusión, sobre el embargo de armas a Siria, pero Rusia mantiene su apoyo logístico al régimen de Assad.
Que en Siria están entrando armas por todas las vías posibles y que llegan a manos de los dos contendientes es algo que nadie puede cuestionar a estas alturas. Verdad innegable es también que si los rebeldes no tuvieran armas no habría 70.000 muertos, que es el recuento que se hace cuando están a punto de cumplirse dos años de guerra civil. Y ello, sencillamente, porque si el régimen de Bachar Al Assad hubiera sido la única parte armada habría sojuzgado a sangre y fuego y no habría durado tanto tiempo la resistencia de la oposición.
La situación nos parecería mucho más injusta si nadie se opusiera a la brutalidad del régimen sirio, pero no surgirían problemas de conciencia como los que afrontan los países comunitarios a la hora de tomar una posición común, algo que llevan retrasando desde hace meses. El Reino Unido es el más proclive a suspender el embargo que está reteniendo el envío masivo de armamento a los rebeldes, mientras Francia, más práctica, opina que no está prohibido enviar material de apoyo como equipos de visión nocturna y chalecos antibalas. Y ya lo está haciendo.
Otros, entre los que está España junto a los países nórdicos y, en parte, Alemania, consideran que todavía hay que esperar y estudiar mejor la situación.
Armas en las manos equivocadas
Dos son los motivos de esta indecisión. El primero me parece razonable: la posibilidad de que ese armamento caiga en manos de grupos yihadistas vinculados a Al Qeda, como al-Nusra, que según algunos analistas suponen casi el diez por ciento de las fuerzas rebeldes que luchan contra el régimen. Así las cosas, es lógico que algunos prefieran una guerra cierta y controlada por los rebeldes “buenos” de la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y Revolucionarias Siria (CNFORS), que una posguerra incierta y dominada por islamistas radicales armados hasta los dientes. Solo pensar en la posibilidad de que allí se monte un segundo Afganistán pone los pelos de punta a cualquiera.
El segundo argumento esgrimido para restringir el envío de armas a Siria se quedó obsoleto hace tiempo. Curiosamente es el mismo que utiliza Rusia, y es que inundar el país de armas supondría alargar y agravar el conflicto. Pero después de dos años de enfrentamientos a tiros en las calles de ciudades tan importantes como Alepo, y ahora con batallas en barrios próximos a Damasco, no sé de qué forma puede aumentar la gravedad de lo que ya está ocurriendo.
El opaco mercado de las armas
Otra verdad incontestable: Rusia no ha dejado de enviar armas al régimen sirio en todo este tiempo. Asegura el gobierno de Moscú que se limitan a cumplir contratos previamente pactados, pero ese comercio supuso un monto de casi mil millones de euros en 2011 según datos de la agencia Reuters. La agencia exportadora de las armas rusa, Rosoboronexport, asegura que se trata de sistemas de defensa antiaérea y que no pueden utilizarse en la guerra civil siria, pero también admiten que una parte de las ventas se concretan en el envío de accesorios por parte de empresas ajenas al exportador estatal.
La realidad ha venido a dar la razón a los expertos en tráfico internacional de armas. Aseguran estos que el trasiego ilegal suele realizarse precisamente a base de piezas sueltas que, una vez reunidas en el lugar de destinos, suelen convertirse, por ejemplo, en mortíferos helicópteros como los que usa el régimen sirio para perseguir a los rebeldes. Y algo así es lo que se está investigando en Finlandia, donde el mes pasado fue interceptado un contenedor con accesorios para carros de combate. Procedía de Rusia e iba destinado a Siria.
También teme la Unión Europea que si se da vía libre al envío de armamento a Siria pueda producirse un descontrol que desemboque en otro “escenario pesadilla”, el uso de armas químicas por parte de alguno de los contendientes. Ya han advertido que perseguirán a quien lo haga, sea quien sea, pero si la guerra civil se encona y llegan a utilizarse el daño estará hecho.
La situación es incierta, pero si algo está claro es que cuanto más se prolongue la agonía de una guerra civil en Siria más se incrementan las posibilidades de que se produzca un final trágico para la población de ese país y para la estabilidad de toda la región. Creo que la solución debería basarse en la ejecución de una diplomacia contundente que ponga a Rusia en su sitio. Mientras tanto, ¿armas para Siria?, no gracias.