El pasado 24 de septiembre tuvieron lugar las elecciones federales en Alemania. En ellas, con una participación del 76%, más de 60 millones de alemanes fueron convocados a las urnas para elegir 709 diputados al Bundestag.
Sin embargo, han pasado más de tres meses y Alemania continúa sin formar gobierno. ¿Qué está pasando en Alemania?
Angela Merkel, líder de la CDU/CSU (el partido conservador), volvió a ganar las elecciones por cuarta vez consecutiva pero sin mayoría absoluta. El SPD (partido socialdemócrata) quedó en segunda posición, seguido de AfD (la extrema derecha), FDP (los liberales), Die Linke (la izquierda) y Die Grünen (Los Verdes).
El resultado ha sido un parlamento muy fragmentado, el más dividido de su historia moderna. Este fenómeno es uno de los signos de nuestros tiempos, en la Europa del siglo XXI.
La falta de estabilidad es consecuencia de las diversas crisis sin resolver que azotan a los Estados miembro de la Unión Europea (UE) y para lo que Bruselas tampoco ha sido capaz de fijar políticas comunes.
Crisis financiera, crisis climática y medioambiental, crisis migratoria, etc, son algunas de las causas que explican el ascenso de la extrema derecha en Europa, la caída del bipartidismo tradicional y el crecimiento de los liberales y alternativas de izquierda.
Pese a ser un fenómeno europeo común, Alemania era un ejemplo de certidumbre, estabilidad y consenso en la UE. Ahora, la incertidumbre comienza a fijarse en los andamios de la primera potencia económica y país de referencia dentro de la esfera europea.
El pactómetro de Merkel
El primer intento de la canciller en funciones fue con los liberales y los verdes, la llamada «coalición Jamaica«, en referencia a los colores que representan a los tres partidos de la hipotética coalición.
Después de semanas de negociaciones, los liberales de Chris Lindner se levantan de la mesa y abandonan las conversaciones con los conservadores y los ecologistas. La ruptura vino por la falta de entendimiento entre liberales y ecologistas, principalmente en las cuestiones medioambientales, migratorias y en la política económica.
Los liberales defienden una línea muy dura con la inmigración, y son contrarios a las medidas medioambientales que quieren impulsar Los Verdes. Este fracaso dio inicio a la peor crisis de Gobierno de Merkel.
La segunda opción de la CDU/CSU, cuyas negociaciones siguen su curso, es reeditar la «Gran Coalición» con los socialdemócratas. Sin embargo, Martin Schulz, líder de los socialistas y expresidente del Parlamento Europeo, no es nada partidario de dar sus votos a Merkel, mucho menos de volver a formar gobierno con los conservadores.
Pero es la única opción viable que hay en Alemania para formar Gobierno. Y, como hemos visto en España, el tiempo suele correr en contra de los partidos que tienen menos fuerza para defender su programa electoral. Por otro lado, la agenda europea está en stand by y la paciencia de Bruselas y de los circuitos financieros tiene sus límites.
Desde el día posterior al fracaso del primer intento, toda la presión ha estado encima del SPD. Frank-Walter Steinmeier, presidente de la República Federal, se reunió enseguida con Martin Schulz para pedirle colaboración para sacar al país de la situación de estancamiento político.
No hay que olvidar que Schulz fue presidente del Parlamento Europeo y en la UE la inestabilidad no gusta. Menos cuando se trata del país que lidera el devenir europeo. Y estas circunstancias, unidas a las altísimas presiones recibidas, son las que han llevado al socialista a sentarse a dialogar con Merkel.
Pocas opciones
El acuerdo será muy complicado y, en el mejor de los casos, el Gobierno alemán no tendrá la estabilidad que acostumbra. A estas alturas no se pueden descartar ni unas segundas elecciones, pese a que las encuestas indican que darían unos resultados similares, con el previsible crecimiento electoral de la AfP, la extrema derecha.
La otra opción que tienen los conservadores es intentar gobernar en minoría y llegar a acuerdos puntuales con liberales, socialdemócratas y ecologistas. Pero Merkel intenta evitar esta opción a toda costa. Incluso prefiere una repetición electoral antes que gobernar en minoría.
Los socialdemócratas anteponen el cambio de rumbo en las políticas europeas a cualquier pacto con Merkel, conscientes de que la gran coalición de la pasada legislatura les ha pasado factura. Quieren abandonar las políticas de austeridad impulsadas por los conservadores y, en caso de no poder hacerlo, combatirlas desde la oposición.
De momento, conservadores y socialdemócratas se han dado de plazo hasta el 12 de enero para ver si es posible llegar a un acuerdo. Ninguna opción es descartable. Ni tan siquiera la repetición electoral.