Es la película de la que más se habla en las últimas semanas gracias a los Globos de Oro y a las nominaciones a los Oscar. »La gran estafa americana» (que llega a los cines españoles el 31 de enero) está arrasando también entre los más fashionistas que ya se han apuntado a las tendencias más setenteras que lucen con mucha gracia su protagonistas.
Christian Bale, que prácticamente sale irreconocible en la cinta con unos cuantos kilos de más y aspecto descuidado, ha descrito con mucho acierto el estilo de aquellos maravillosos años de excesos, bolas de discoteca y del mítico club neoyorquino Studio 54.
«Fue la era de la exhuberancia. Es como si hubiese sido Halloween durante diez años», bromeaba Bale en una entrevista con el Chicago Sun Times. Y no anda equivocado el actor ya que los estilismos que lucen los actores son dignos de repaso (sobre todo los del reparto masculino).
El diseñador australiano Michael Wilkinson ha sido el encargado de crear los vestidos más espectaculares y cuidar al máximo cada uno de los detalles que completan los looks de Amy Adams, Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y Christian Bale.
El creador de moda ha comentado que su idea era resaltar el sentido de la falta de riesgo de los personajes de la época (la cinta está ambientada en Nueva York y New Jersey en 1978), que arriesgaban al máximo y buscaban la diversión en cada una de las facetas de su vida.
Cada uno de los protagonistas de »American Hustle» parece reinventarse a sí mismo a través de su ropa y muestran cómo un mundo de excesos y decadencia brilla a través del vestuario. El diseñador se inspiró en algunas cintas de la época como »Goodfellas» and »Atlantic City» pero, «sobre todo, en »Fiebre del sábado noche» (1977)», película protagonizada por John Travolta.
Incluso lucen trajes vintage de Halston
Las chicas, Amy Adams (Sidney Prosser) y Jennifer Lawrence (Rosalyn Rosenfeld), lucen vestidos envolventes con espectaculares escotes, sandalias de taconazo, abrigos con cuellos de piel y unos peinados totalmente de la época (de los maxirizos de Amy a los moños altos despeinados de Jennifer).
Las siluetas de las actrices se marcan pero su vestuario es absolutamente favorecedor y confortable. Los diseñadores fetiche de la época son sin duda dos: Halston (que era muchas veces más conocido por su vida social en Nueva York, su amistad con Jackie Kenndy y por ser habitual a las fiestas de Studio 54) y Diane Von Fustenberg.
Ambos fueron creadores de los vestidos más femeninos de todos los tiempos: el wrap dress, que envuelve el cuerpo de la mujer como un guante y deja un escote en V de lo más atractivo.
Incluso algunos de los vestidos que lleva Amy Adams (cuya prenda favorita de la película es el abrigo camel que lleva con un floopy hat) son originales de la época (vintage) y han sido recuperados de los archivos de Halston. Entre los complementos, destacan también piezas auténticas de Gucci, como un collar dorado, y la inspiración también llega a través del Yves Saint Laurent más exclusivo y glamuroso.
Por su parte, Lawrence mezcla estampados aparentemente difíciles de mezclar en vestidos y complementos de patchwork que le dan un toque sexy y descarado, y completa su imagen con pendientes dorados, larguísimos collares de oro y con un pelo digno de cualquier diva discotequera de esos tiempos.
Los estilimos imposibles de Cooper y Bale
Bradley Cooper interpreta a Richie Dimaso, uno hombre nacido en el Bronx que ha llegado a ser agente del FBI y que trata aparentar algo que realmente no es. Sus trajes son ajustados, de poliéster barato y de su cuello cuelgan horteras cadenas de oro.
Según avanza la película, Dimaso adopta un nuevo rol y eso se ve en su ropa gracias a camisas de seda y bufandas que recuerdan a la cultura pop de Andy Warhol.
Su compañero Christian Bale tampoco se queda atrás. La mezcla de tejidos y estampados, pajarita, chaleco, el look descuidado y macarra de Irvin Rosenfeld, mezclados con esas gafas de aviador oscuras, convierten a Bale en todo un »chuleta» de discoteca dispuesto a todo.