Cuatro de cada diez ríos en el país no pasan el corte de calidad del agua, según el documento de síntesis de los planes hidrológicos de cuenca para el segundo ciclo de planificación (2015-2021). De un total de 4.390 masas de agua tipo río que hay en España, solo el 55% se considera que están en buen estado ecológico; un 43% suspenden en calidad (el término oficial es «peor que bueno»); y un 2% están sin monitorizar.
En cuanto a la depuración de aguas, el subdirector general adjunto de Infraestructuras y Tecnología del ministerio, Ángel Cajigas Delgado, asegura que España cumple la normativa en más de un 80 por ciento en materia de eliminación de materia orgánica, pero ha admitido que muchos de los incumplimientos se deben a que las instalaciones no se operan bien, entre otras causas derivadas del «reparto de competencias sobre el agua».
Por eso, insiste en que los ríos españoles «no están como deberían» y ha añadido que en materia de eliminación de nutrientes se cumple en torno al 70%. De hecho, afirma que las depuradoras han mejorado el perfil ambiental de los ríos respecto al amonio, que es un contaminante que preocupa, pero hay casi un 40 por ciento que está en el límite.
«Solo un 50 por ciento de las masas de agua está en buen estado ecológico. Hay que depurar más y mejor, pero no solo depurar, sino actuar en las márgenes para mejorar el perfil ecológico del río», concluye.
Fármacos y drogas
Medicamentos de uso doméstico como el ibuprofeno, los disruptores endocrinos y las drogas, como la cocaína y la heroína, son algunos de los “contaminantes emergentes” que en los últimos años se encuentran en los ríos españoles, según varios expertos.
El consumo “cada vez más acusado” de fármacos «no sólo en España, sino en la mayoría de países occidentales», aduce el director del instituto IMDEA-Agua, Eloy García, ha provocado una reciente contaminación de las aguas superficiales debida a estas sustancias.
Según una publicación del Colegio de Medicina de Harvard, nuestros cuerpos metabolizan sólo una parte de la mayoría de drogas que consumimos, mientras que el resto son expulsadas y, por tanto, van a parar a los desagües y a las aguas superficiales.
García explica que “las depuradoras actuales fueron diseñadas para eliminar materia orgánica y patógenos” pero sostiene que éstas no están preparadas para eliminar sustancias de tan baja concentración, “sencillamente, porque hace veinte años esta situación no sucedía”.