El 17 de agosto de 2012, Instituciones Penitenciarias le concede el tercer grado pero la Audiencia Nacional, a instancias del juez Santiago Pedraz pide un nuevo informe médico. Finalmente, el 30 de agosto el juez José Luis Castro concide a Bolinaga la libertad condicional tras reunirse con los oncólogos del Hospital de Donostia.
Bolinaga, que ha fallecido en su casa de la localidad guipuzcoana de Arrasate en torno a las cuatro de la madrugada, estaba en libertad condicional desde agosto de 2012 después de que el juez central de vigilancia penitenciaria, José Luis Castro, atendiera los informes médicos que, en ese momento, daban al etarra un máximo de nueve meses de vida. El etarra cumplía la pena máxima de prisión por varios delitos, entre ellos el asesinato de tres guardias civiles y el secuestro del funcionario de prisiones José Ortega Lara.
Carmen Baena, la forense de la Audiencia Nacional que dictaminó en 2012 que el etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga no estaba terminal y podía ser tratado en prisión del cáncer que padece, aseguró en su momento que sufrió presiones a consecuencia de su informe.
Fue uno de los secuestradores de Ortega Lara, a quien mantuvieron encerrado en un zulo durante 532 días. En 1995 los dirigentes etarras Julián Achurra Egurola (Pototo) y Juan Luis Aguirre Lete (Isuntza) decidieron organizar un secuestro para chantajear al Gobierno. «Pototo» ordenó a los terroristas José Luis Eróstegui Bidaguren, Javier Ugarte Villar, Jesús María Uribecheberría y José Miguel Gaztelu Ochandorena que seleccionaran y recabaran información sobre una posible víctima para secuestrarla. También se les ordenó el acondicionamiento y mantenimiento de un cuchitril donde debían retenerla, por lo que construyeron un habitáculo de 3,5 metros cuadrados en la cooperativa Jalgi, en Mondragón.
En 2005 se le detectó un cáncer de riñón. Instituciones Penitenciarias decretaron que se trasladara al secuestrador a la prisión de Nanclares de Oca, Álava, desde mayo de 2005 hasta noviembre de 2009. Le fue extirpado el riñón izquierdo y debe someterse a frecuentes controles urológicos.
El 10 de agosto de 2012 se declaró en huelga de hambre como elemento de chantaje hacia el Gobierno para conseguir su liberación. Muchos presos etarras dijeron ponerse también en huelga de hambre en su apoyo, y asimismo se organizaron numerosas manifestaciones del entorno etarra. El gobierno le concedió el tercer grado.
Precisamente esta semana, el martes 13, la Fiscalía de la Audiencia Nacional pidió 29 años de cárcel para el etarra por el asesinato a tiros del cabo de la Guardia Civil Antonio Ramos, el 8 de junio de 1986 en Arrasate.
La Fiscalía entendió que fue Bolinaga el autor de los disparos que acabaron con la vida del guardia civil en un atentado en el que también intervinieron sus dos compañeros del comando Bellotxa -José Luis Erostegi y Javier Ugarte-, para los que pide asimismo 29 años de prisión a cada uno.
Por estos hechos, el juez instructor, Ismael Moreno, había decretado el 3 de abril de 2014 el arresto domiciliario de Bolinaga por el cáncer terminal que padecía.
Sin embargo, el pasado 18 de junio, la sección segunda de la Sala de lo Penal revocó la medida de arresto y le dejó en libertad provisional al considerar desproporcionada e innecesaria esta medida teniendo en cuenta su enfermedad.
A juicio de ese tribunal no existía tampoco riesgo de fuga, pues la pena a la que podría ser condenado ya estaba siendo cumplida por Bolinaga debido a que cuando fue puesto en libertad condicional estaba cumpliendo el máximo de 30 años de cárcel por varios delitos, entre ellos el secuestro del funcionario de prisiones José Ortega Lara.
Bolinaga pidió asistencia psicológica para afrontar la muerte
El etarra Iosu Uribetxebarria Bolinaga tuvo que solicitar asistencia psicológica para afrontar la muerte y ha padecido unos grandes dolores que ni la morfina pudo paliar.
Así lo han señalado a Efe fuentes sanitarias que han señalado que el etarra, que estaba en libertad condicional por padecer un cáncer terminal, ha vivido los últimos meses con una gran angustia vital.
Desde hace un tiempo se le estaba suministrando morfina pero este tratamiento paliativo no fue capaz de controlar los dolores. Prueba de su estado han agregado, es que Bolinaga no pudo asistir a los últimos controles periódicos del centro penitenciario y tampoco a otros de tipo sanitario.
Bolinaga, que recibía el tratamiento en su casa y necesitaba la ayuda de sus familiares para sus necesidades básicas y una silla de ruedas, ha fallecido esta madrugada en su domicilio de la localidad guipuzcoana de Arrasate.