Desde la recuperación de lugares santos como el Cenáculo a la defensa del patrimonio cristiano que realiza en la actualidad la Obra Pía, la historia atestigua la especial y fundamental vinculación de España con Tierra Santa.
Una exposición inaugurada este lunes en Jerusalén le pone además rostro, alma y espiritualidad con 35 fotos y 35 textos de otros tantos religiosos españoles que en silencio, con abnegación y alegría, han consagrado su vida en este pedazo de tierra donde la guerra es una humana costumbre y la paz una ansiada quimera.
«Somos 35 religiosos con una vocación muy común en Tierra Santa y creo que el reto para ellos era encontrar lo que nos distinguía», explica a Efe Alicia Vacas, misionera Comboniana nacida en Valladolid en 1972.
Destinada en un convento cercano a la histórica ciudad de Betania -desde donde ayuda a los beduinos palestinos arrinconados por Israel-, esta enfermera es una de las retratadas más jóvenes.
La mayor parte de sus colegas nacieron en la primera mitad del siglo XX y viven desde hace décadas en Jerusalén y otros lugares de Israel y la Palestina histórica, donde han sido testigos de guerras, intifadas, miles de injusticias y millones de esperanzas rotas.
«He intentado ir más allá de los hábitos, y crear 35 historias muy humanas, muy personales y por supuesto en estas 35 historias no se puede obviar el contexto tan complicado que les ha tocado vivir», detalla la periodista catalana Anna García, autora de los textos que acompañan las imágenes.
«Estamos hablando de gente que lleva casi 50 años en esta tierra, muchos son veteranos de muchas guerras, y la sienten como muy suya. Una de las muchas frases que me han comentado es que esta tierra mella mucho, pero a la vez te aporta mucho, una tierra de sombras, de luces», agrega.
García, que lleva más de un lustro viviendo en Jerusalén, ha hecho tándem con el fotógrafo debutante vasco Mikel Marín, reputado cámara de televisión que también lleva un largo recorrido vital en Tierra Santa.
«Ha sido maravillosos meterme entre bambalinas con esta gente, gente que lleva mil años aquí, gente muy mayor, que en principio decían no, como me vienes ahora a sacar una foto con todo lo mayor que soy, porque no antes.. este era el momento, no», declara a Efe.
«Y sobre todo el poder compartir esos momentos íntimos, el haber podido formar parte un poquito de su vida», agrega.
No ha sido un trabajo sencillo, admite, como parecía cuando el cónsul de España en Jerusalén, Juan José Escobar, le propuso que tomara su cámara y le diera la primera «pequeña lista» de nombres a los que buscar.
«Poco a poco salía otro y otro. Hablaba con un padre o una monja y me preguntaba, has ido ya a haber a fulano, y así aparecían otros hasta los 35 finales», señala.
García y Marín entendieron entonces que aquello era algo más que la documentación de la amplia y crucial presencia de España en tierra de cruces, sables, mentiras, bondades, milagros, estrellas, media lunas, traiciones, amistades, virtudes, suceptibilidades e incertidumbres.
Era un viaje espiritual e iniciático a la esencia de la fe con el que tratar de captar al humano en la plenitud de su esencia como ser espiritual, devoto de Dios, y en la profundidad de su entrega a los demás como hombre o mujer.
Un retrato que parte del yo -cada uno eligió el lugar para la instantánea- y se sublima en una colectividad trascendente común que envuelve todas las fotos y muestra la variada riqueza de la aportación religiosa española en la médula de la cristiandad.
«Es como una imagen de mi vida. Yo cuento bien poco, lo importante es la iglesia y el servicio que podemos hacer a esta iglesia que amamos», se congratula satisfecho Joan María Vernet, un salesiano nacido en la localidad tarraconense de El Masroig allá por 1936.
«La importancia de los religiosos ha sido muy grande, y en particular los españoles y es bueno ese reconocimiento para ver como la Iglesia y la iglesia española ha aportado a la cristiandad de Tierra Santa esas ayudas para el bien de la comunidad, el bien de los peregrinos y el bien de los lugares santos», subraya.
Una idea que comparte el cónsul, cuya ambición es que este homenaje, que viajará después a distintos lugares de Oriente Medio y España, se convierta en un libro que incluya igualmente la historia de los lugares que España ha protegido, para el que todavía busca financiación.
«Es un proyecto maravilloso, de defensa de la marca España en Jerusalén, en Tierra Santa, se hace en homenaje a la labor abnegada, solitaria a veces y poco conocida a veces de nuestros compatriotas en Jerusalén», apostilla.