El papa Francisco elogió hoy la solidaridad y generosidad tras las inundaciones que destrozaron la localidad de Trujillo, a causa del fenómeno del Niño Costero, durante una misa multitudinaria que celebró en la turística Huanchaco, en su segunda jornada de visita a Perú.
Frente a una de las famosas playas meta de surfistas, Francisco explicó que en esta localidad muchos se ganan la vida saliendo al mar como pescadores y «en eso se juegan muchos de nuestros cansancios cotidianos: poder sacar adelante a nuestras familias y darles lo que les ayudará a construir un futuro mejor».
Ante cientos de miles de personas, recordó que «conocen la bravura de la naturaleza y han experimentado sus golpes» como el del año pasado del Niño costero, que provocó graves inundaciones que destrozaron Trujillo causando 160 muertos y más de 300.000 damnificados.
«Cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares», explicó Francisco y dijo que por ello quiso estar en esta localidad en la segunda jornada de su visita a Perú.
«A esta eucaristía traemos también ese momento tan difícil que cuestiona y pone muchas veces en duda nuestra fe», reconoció el papa que aseguró que, sin embargo, «en el momento de oscuridad, cuando sintieron el golpe del Niño, estas tierras supieron ponerse en movimiento y ayudarse «como verdaderos hermanos».
Destacó la «solidaridad, de la generosidad» con la que se ayudaron y «en medio de la oscuridad junto a tantos otros fueron cirios vivos que iluminaron el camino con manos abiertas y disponibles para paliar el dolor y compartir lo que tenían desde su pobreza».
Después advirtió de que hay otras tormentas que amenazan la sociedad en esta zona y que tienen efectos «devastadores» y citó la «violencia organizada, como el sicariato, y la inseguridad que esto genera» y la falta de oportunidades.