El 24 de julio de 2013, Santiago de Compostela se convirtió en el centro de todas las miradas. Españoles y ciudadanos de todo el mundo se quedaron impactados tras conocer que un tren de la famosa alta velocidad española había descarrilado y matado a 81 personas. Un año después, las víctimas se sienten dolidas, indignadas y abandonadas.
Muchos de ellos recuerdan como si fuera ayer el momento en el que se enteraron del accidente. Sus padres, hijos o amigos iban en ese tren. Eran las 20.41 de aquel miércoles cuando el Alvia descarriló a 170Km/H con 218 pasajeros. Muchos de ellos iban a Galicia a celebrar la festividad de Santiago, pero lo que iba a ser un día festivo se tiñó de negro.
La reacción de los vecinos de la curva de Angrois fue lo mejor de aquella tragedia. Su calor y su solidaridad llegó a todas las familias. La rápida actuación de los vecinos salvó muchas vidas, ellos lo vivieron en primera persona y de ese momento se recuerdan frases como «¡Cuánta gente muerta hay aquí, dios mío!«.
Para muchos de estos vecinos fue lo peor que habían vivido. Escenas dantescas llenas de cadáveres. «Intentamos apartarlos de los vagones y los dejamos sentados hasta que llegaron las ambulancias. Había algunos que estaban muy mal. Había fuego en las vías, una humareda en forma de hongo…Fue terrible». «Intentamos sacar a todos los que estaban vivos, pero abajo quedaban muchos muertos», recuerdan.
Las victimas tampoco tienen un buen recuerdo de ese momento. Los familiares tuvieron que ir a la zona del accidente para ser atendidos por Renfe y Adif. Mientras arreglaban los papeles de sus fallecidos o heridos veían como pasaban los Alvias por la misma fatídica curva.
Todos llamaban a sus parientes intentado convencerse de que no estaban en la lista de fallecidos. Sin embargo, al llegar a Santiago se topaban con la cruda realidad. “Mientras sacaba a los cadáveres sonaban sus móviles, era horrible”, decía una de las vecinas.
El aluvión de generosidad fue tal que enseguida la Xunta tuvo que agradecer a los ciudadanos su solidaridad y anunciar que ya no necesitaban más sangre de momento. Numerosos profesionales sanitarios que se encontraban fuera de su horario laboral en la ciudad o en localidades próximas no dudaron en irse hasta el Hospital Clínico. Su gerente comentaba emocionado que «ha habido una respuesta magnífica de todos los profesionales, médicos y personal de enfermería». Igual que una anestesista del centro que señalaba en las primeras horas de la noche del miércoles que ya “había más médico s que heridos”.
Tras el accidente, la rabia y la importancia se adueñó de los supervivientes y de los familiares de los fallecidos. Tres meses después del descarrilamiento se denegó una comisión de investigación y poco a poco se fueron descubriendo graves errores en esta línea. Desde fallos en los sistemas de seguridad, hasta el adelanto de la inauguración por temas políticos. 365 días después siguen sin saber la verdad y aun no ha dimitido ningún responsable ni se han depurado responsabilidades más allá del maquinista.