Después de 25 años trabajando, primero en el servicio de limpieza y después como conserje, Teresa Santos dice sentirse en el Lluís Vives como en su casa y le «duele» que el nombre de este instituto valenciano con 150 años de historia se asocie a violentas manifestaciones y a carencias, como cortes de calefacción, falta de folios y chavales cubriendo sus hombros con mantas. «Aquí se ha puesto todos los días la calefacción», advierte con pesar. A su juicio, el centro ha tenido la mala suerte de ser el escenario de unas protestas de unos alumnos «que protestan contra los recortes en educación, en general, los que hay y los futuros».
Situado en pleno centro de Valencia, los muros del edificio acoge una capilla, la de San Pablo, considerada una «joya», y en los bajos se construyó un refugio antiaéreo de la Guerra Civil. Teresa saca pecho del legado artístico del centro y espanta cualquier información relativa a la falta de material o a los cortes de calefacción. «Lo que se ha intentado ahora es ahorrar, no tener la calefacción puesta todo el día, pero como en cualquier casa. En cuanto a los folios, pues no malgastar. Eso es todo». La conserje reconoce que los números no son los de hace años, pero niega que la hucha del centro se haya quedado vacía. «El instituto marcha bien. Es más, si alguna vez los recursos de la administración llegan tarde, tenemos fondos porque la directiva ha sabido hacer una buena gestión».
En el centro estudian más de 800 alumnos, pero los que salen a la calle a protestar son entre 30 y 40.
Teresa, que recuerda que los Reyes inauguraron el curso escolar hace dos décadas, lamenta que el instituto se haya convertido en el epicentro de las protestas estudiantiles por el hecho de estar en el centro de la capital. «Es como si hubiera un instituto junto a la Puerta del Sol, pues claro que los estudiantes se manifestarían allí. Todo esto nos duele».
En los pasillos del centro el tema de conversación sigue siendo la batalla campal del lunes, pero Teresa rechaza que haya tensión entre los alumnos. «Yo creo que llevan bien todo esto». Sí reconoce que en el instituto existe malestar porque se ha generado una tormenta mediática «con mentiras». «Es una pena que con tantas cosas buenas, se nos vea con este jaleo». Teresa acaba la conversación rememorando la placa en la que consta la visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía: «Le di la mano al Rey, y fue tan humano…», exclama con nostalgia.
Mientras, los profesores trabajan con intensidad para devolver la normalidad al centro. Hay asambleas de maestros diarias y claustros. José Luis Navarro, el jefe de estudios, reconoce que los docentes hacen frente a una «gran carga de trabajo» desde hace un par de semanas, desde las manifestaciones, pero defiende las condiciones de la enseñanza en el centro. «Nuestra obligación es que la normalidad se restablezca y que los alumnos se recuperen anímicamente».