Estaba cenando. Tranquilo. Con sus amigos. El 19 de enero de 1993, el ex futbolista de la Real Sociedad y empresario José Antonio Santamaría estaba pasando una gran noche en la sociedad gastronómica Gaztelupe de San Sebastián. Era un día de felicidad en su tierra, se iniciaba la Tamborrada. El ambiente era de euforia, de fiesta. El empresario había sido propietario de la discoteca ibicenca Ku y del bar Basque. Todo el mundo sabía de su amistad con el socialista Benegas. Tal vez eso fueran suficientes motivos o delitos para que Valentín Lasarte decidiera matarlo tras verle cenar. Un tiro en la nuca fue suficiente. No lo hizo él, solo señaló a la víctima. Santamarí dejaba en casa a su mujer y a sus tres hijos solos para siempre. ETA justificó la barbarie relacionándolo con el contrabando.
Santamaría jugó durante 3 temporadas en el Sanse con el que disputó 83 partidos y marcó 6 goles. En la Real, Santamaría se ganó el apodo de Tigre por el pundonor y la garra que mostraba sobre el terreno de juego. Tigre Santamaría jugaba como defensa central. En el País Vasco también sudó lo suyo por la libertad.
Santamarí sabía que era un objetivo claro de la banda. Pero ni se asustó, ni se escondió. Le acusaban de todo, colaborador de la Guardia Civil, narcotraficante. Pero aguantó. Como hacía vistiendo la camiseta de la Real Sociedad. Sus asesinos le pegaron un tiro por la espalda. Santamarí ni les vio ni se pudo defender. Odón Elorza habló ese día de miedo a hablar, a pasear por el País Vasco. La gente esa noche salió de la sociedad llorando, con las manos en la boca para no gritar. Hoy pocos se acuerdan, tal vez, de esos instantes.