La abdicación del rey Juan Carlos y la transmisión de la jefatura del Estado a su hijo Felipe tiene un enorme impacto también en términos económicos. El relevo tiene como objetivo número uno reforzar la imagen y el prestigio de la monarquía parlamentaria española en un momento decisivo, con el órdago soberanista catalán encima de la mesa en un escenario marcado por el enorme retroceso de los dos partidos mayoritarios en las elecciones europeas.
La decisión se produce por lo tanto en un escenario sujeto a numerosas incertidumbres en un momento económico muy delicado, con el PIB creciendo aún de forma insuficiente –un 0,4% en el primer trimestre del año- para que los ciudadanos noten en sus bolsillos el adiós a la recesión. La del Rey es una decisión excepcional para una situación excepcional.
Además, durante 39 años el Rey ha tenido un papel muy relevante en las relaciones económicas de España, especialmente en los países árabes. Felipe tiene por delante el enorme reto de conseguir que la transición sea inmediata y sin traumas en un momento de regeneración sin precedentes en el ámbito institucional y en un escenario económico de recuperación todavía cogida con alfileres.
Estas son las claves para entender el impacto económico de la abdicación y los retos a los que se enfrenta el país:
–Fortaleza institucional: El caso Urdangarín y, sobre todo, la cacería de Botswana, provocaron una caída en picado de la imagen del Rey, que no ha conseguido recuperar. Una situación que no ha tenido impacto sobre España en términos económicos. Hasta ahora, la mayoría absoluta con la que gobierna el Partido Popular ha sido más que suficiente para que los mercados hayan mirado para otro lado.
–Nuevo escenario. Pero el situación ha cambiado en unos pocos días. Que el partido en el Gobierno sólo haya sacado el 26% de los votos en las elecciones europeas y el PSOE el 23% contrasta con la eclosión de los partidos de signo republicano y la apuesta soberanista catalana que se plasma en la victoria de Esquerra Republicana sobre CiU en las europeas. Y esas son palabras mayores. Los economistas están de acuerdo en que la incertidumbre que generaría el órdago independentista sí podría tener un enorme impacto en la economía española en términos de confianza por parte de los inversores internacionales. Una situación que necesitará de una jefatura del Estado renovada y con el prestigio intacto. Felipe debe liderar el proceso de diálogo con todas las partes que los analistas reclaman.
–Cuestión de confianza. Los expertos creen que la abdicación es una buena noticia para el país. “La clase empresarial y los partidos conservadores creían que la presencia del Rey era un obstáculo a la hora de afrontar los retos que el país tiene por delante”, asegura Carlos Orduña, consejero delegado de Corefinance Services, una Eafi en proceso de constitución. Por lo tanto, según la opinión de los expertos, la abdicación es la punta del iceberg de un proceso de regeneración de un marco institucional en crisis del que otra demostración es la crisis del PSOE, donde la vieja guardia está de salida.
–Embajador económico. La primavera ha sido muy activa para el Rey. Demasiado incluso para el hombre que acaba de ceder el trono a su hijo. El pasado 18 de mayo empezó su visita a Arabia Saudí, su quinta visita a un país del Golfo Pérsico en apenas un mes. Una agenda frenética en la que el Rey ha podido compartir muchas horas con la élite de la empresa española, que se está jugando jugosísimos contratos en la zona.
–Perfil más bajo. El papel de embajador económico en los países árabes del Rey no ha estado exento de polémica. Los expertos creen que su hijo tendrá un perfil mucho más bajo en los países en los que su padre ha tendido grandes lazos comerciales, lo que Mariano Rajoy ha definido este lunes como “la mejor imagen del Reino de España y un defensor infatigable de nuestros intereses”. Vienen nuevas formas.