Veinticinco días desde la aplicación del artículo 155 de la Constitución (previa aprobación en el Senado), el cese del Govern de la Generalitat y la convocatoria de elecciones en Cataluña para el 21 de diciembre. Ese fue el punto de máxima tensión entre dos gobiernos, central y autonómico, que poco o nada hicieron para destensar el conflicto soberanista, ceder en sus posturas y evitar una situación política insólita que generó gran inseguridad jurídica y fuertes turbulencias en los mercados financieros.
Desde la celebración del referéndum unilateral del 1-O hasta finales de mes, casi 2.000 empresas trasladaron su sede social fuera de Cataluña. Aunque es cierto que una vez se activó el artículo 155 el traslado de sede social de las grandes empresas descendió, no dejó de hacerlo.
Decreto ley
El ministro de Economía, Luis de Guindos, anunció el 6 de octubre la aprobación de un decreto ley que facilitara el traslado exprés de las empresas sin pasar por la junta de accionistas, de modo que bastara con que lo decidiera el Consejo de Administración. Al anuncio, que vino un día después de que el Banco Sabadell abandonara territorio catalán para trasladarse a Alicante, le siguió la salida de CaixaBank, Gas Natural, Abertis y Cellnex, en lo que se refiere a las empresas que cotizan en el Ibex 35. Solo quedó Grifols.
Unos días después, el 10 de octubre, Carles Puigdemont declaró y suspendió la independencia en una sesión perpleja que valoraba los resultados del 1-O. La sesión no sirvió para apaciguar la fuga de empresas que se tradujo en 389 cambios de sede en los días 9 y 10 de octubre.
En las siguientes semanas, Carles Puigdemont y Mariano Rajoy se pasaron la pelota en sucesivas declaraciones en las que el presidente del Gobierno preguntaba al expresident si había declarado la independencia, mientras el expresident respondía que el Parlament iba a proceder a la declaración unilateral de independencia si Rajoy aplicaba el 155. Un sinsentido que llevó a otras 268 empresas a abandonar la comunidad. Solo el día en que Puigdemont amenazó con declararla si se suspendía y cesaba al Govern.
673 traslados en noviembre
El Ejecutivo de Rajoy defendió que las empresas dejarían de salir una vez que entrara en vigor el 155 y volviera la normalidad institucional, pero los datos indican que la salida de empresas continúa. Durante el mes de noviembre han sido un tercio inferior a las que lo hicieron en octubre. Si bien la salida de empresas ha sido a menos no ha parado completamente y en estas tres primeras semanas de noviembre lo han hecho un total de 673 (hasta el pasado lunes, según los últimos datos aportados por el Colegio de Registradores Mercantiles de España).
Mientras que en los peores momentos del mes de octubre hasta 300 empresas podían trasladar su sede social en un día, la media ahora está entre las 20 y 30. En total, 2.655 empresas han trasladado su sede social desde Cataluña a otras regiones de España entre el 2 de octubre y el 20 de noviembre.
Impacto económico
El traslado de las sedes sociales y fiscales tiene consecuencias económicas y logísticas. En el caso del traslado de la sede social, implica que los centros de decisión tienen que estar en los lugares a los que las empresas se hayan movido. Este cambio de residencia de los equipos directivos en base a la ley que obliga a trasladar la gestión y dirección de los negocios si hay un cambio de domicilio, puede acabar afectando a la economía.
Además, en este caso la Generalitat deja de recaudar los impuestos locales y autonómicos, como es el caso del Impuesto de Actividades Empresariales. A estos datos, hay que añadir que un millar de empresas también han cambiado su sede fiscal, que si implica el traslado de personal supone perder importantes recaudaciones de IRPF, ya que se van los trabajadores que más dinero tributan.
La marca Barcelona se resiente
José Luis Bonet, presidente de la Cámara de España y de Freixenet, ha calificado como muy grave que Barcelona haya perdido la votación para albegar la Agencia Europea del Medicamento en beneficio de Ámsterdam.
En el XVI Congreso de Directivos celebrado en Alicante, Bonet afirmó que «la marca Barcelona estaba muerta», pero que había margen para la recuperación. «Depende del resultado de las elecciones. Los que vivimos allí tenemos que hablar muy claro: si seguimos por el mal camino vamos a salir en desbandada y el último que apague la luz», advirtió.