La sobreprotección de los hijos en la que muchas veces caen los padres actuales y sus efectos sobre el desarrollo de los niños es una de las situaciones más comentadas en materia familiar y educativa en nuestros días, que también ha tenido cabida en la jornada Gestionando hijos. Saber más para educar mejor, organizada en Madrid por la empresa Educar es Todo.
Esta firma, dirigida por Leo Farache, tiene por objetivo mejorar la comunidad educativa a través de propuestas, acciones, productos y servicios que favorezcan la participación activa e inteligente de las empresas y de los medios de comunicación en temas relacionados con la educación.
La investigadora canadiense sobre educación infantil Catherine L»Ecuyer, abordó en su conferencia el tema de su último best seller, Educar en el asombro, como clave del deseo por el conocimiento de los niños, la curiosidad por descubrir el mundo y la motivación por el aprendizaje.
Eva Bach, maestra y escritora, compartió con los asistentes un decálogo de buenas prácticas para que los padres mantengan las mejores relaciones con el centro de estudios de sus hijos y sus docentes, de cara a contribuir a una actitud de los niños y adolescentes hacia la escuela.
La sobreprotección de los niños les perjudica
María Jesús Álava fue la encargada de analizar el tema de la sobreprotección de los hijos. Experta en la materia, lleva más de 30 años dedicados a la psicología clínica, educativa y de empresa. Es especialista en coaching ejecutivo, recursos humanos, psicodiagnóstico y psicoterapia, y dirige el Centro de Psicología Álava Reyes y la empresa Apertia Consulting. En este centro trabaja junto a su sobrina Silvia Álava, experta también en la materia y autora del libro Queremos hijos felices.
María Jesús, licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y autora de numerosos libros de los que se han vendido cientos de miles de ejemplares, explicó a los más de 700 asistentes a la jornada que la sobreprotección consiste en no dejar hacer a los hijos aquello para lo que ya están capacitados.
Algo que tiene consecuencias sobre ellos, porque impide que adquieran una mayor autonomía, les hace desarrollar menos competencias emocionales y les vuelve menos seguros y probablemente más infelices. Se encontrarán con niños sin recursos, sin habilidades, más vulnerables, impidiendo que aprendan a tolerar las pequeñas frustraciones del día a día y fomentando que carezcan de la motivación y la autodisciplina suficientes para conseguir lo que quieren. Esperarán a que sea el adulto quien siempre les resuelva las situaciones y no desarrollarán sus propias estrategias.
Tres tipos de padres
Álava explicó que existen tres tipos de modelo educativo en los padres. El autoritario, que se caracteriza por una disciplina coercitiva, represiva, con una alta exigencia y escasa comunicación y expresión de afecto. El estilo permisivo, con poca consistencia en las pautas y normas, aunque con alta comunicación y expresión de afecto. Y el equilibrado, que tiene normas claras establecidas según la edad de los niños, con alta comunicación y expresión de afecto y una postura de firmeza en los padres.
Estos estilos educativos inciden en el desarrollo de las competencias emocionales de los niños. Según un estudio de Remedios González Barrón, Ana Ordoñez, Inmaculada Montoya y Carmen Mateu, de la Universidad de Valencia, los niños que percibían a sus padres con un estilo educativo equilibrado fueron los que desarrollaron un nivel más alto en su inteligencia emocional, mientras que el grupo de menor competencia emocional percibe a sus padres con el estilo permisivo. Y una conclusión: para el desarrollo de las competencias emocionales es importante que haya un clima de relaciones familiares de calidad.
María Jesús Álava recomendó a los padres aprovechar con su hijos el tiempo libre del que dispongan especialmente los fines de semana y no centrarse en aquello que no pueden hacer con ellos sino en lo que sí pueden hacer.
También advirtió de los efectos perniciosos de satisfacer sus necesidades en exceso: no dejar que se frustren, que sufran, que se queden sin algo que les guste o que luchen por sus objetivos será más perjudicial que beneficioso.
Recomendaciones para evitar la sobreprotección
1. Permitamos que el niño se enfrente a sus dificultades desde pequeño.
2. Debemos fomentar que aprenda a pensar por sí mismo.
3. Que haga actividades con otros niños en los que los adultos no estén siempre encima.
4. Es importante no darles todo lo que pidan. Estamos pagando, piensa Álava, vivir en una sociedad donde todo se les regala, lo que impide que den valor a las cosas primero y después a las personas.
5. Los niños tienen que tener con sus padres un vínculo que les aporte seguridad y estabilidad. Pero un vínculo sano, no de absoluta dependencia.
Recomendaciones para favorecer la autonomía
1. Los niños tienen que aprender a valerse por sí mismos, les gusta saber hacer las cosas ellos solos.
Los niños poco autónomos son más inseguros y más infelices, y dependen en todo momento de sus padres, tanto en el plano emocional como para satisfacer sus propias necesidades. Son vulnerables, influenciables y dependientes de su entorno.
2. Es importante que los padres les muestren el valor del esfuerzo, de la constancia y del tesón.
Hay que trasmitirles nuestra confianza, mostrándonos seguros ante sus posibilidades. Que note que sus padres creen en él, para que él crea que lo puede conseguir.
3. Establecer pequeños retos y objetivos que saben que sí pueden conseguir para que cada vez sean más autónomos.
El adulto supervisará la acción del niño y le corregirá, propiciando que utilice el razonamiento. Se trata de educar niños responsables, autodisciplinados, que mantengan la constancia y luchen por conseguir sus objetivos.
4. Deben aprender a jugar solos, aunque en un primer momento los padres pueden dejarle el juego dirigido.
5. Las cosas de los niños, siempre que sean de la misma edad, las tienen que resolver entre ellos, sin que los adultos se metan en medio.
Hay que ayudar a los niños a superar las situaciones, no solventárselas. Resolverles el conflicto es caer en la sobreprotección. Se impide que sean ellos los que desarrollen las habilidades necesarias para solventar sus dificultades y corremos el riego de que se conviertan en dependientes, incapaces de solucionar sus propios problemas en el futuro. Necesitan aprender y entrenar para lidiar con el resto de las situaciones conflictivas que se darán en las relaciones sociales a lo largo de toda la vida.
6. Los niños están preparados para hacer las cosas solos desde bien pequeños.
No le des de comer; que coma solo aunque se le caiga.
No le vistas, aunque tarde más, que lo haga solo.
No lleves la sillita de paseo si ya tiene edad para no ir en ella.
Quítale al pañal cuando corresponde aunque en ocasiones se le escape.
El chupete es algo de bebés, un niño de tres años no debe usarlo.
Que desayune en taza, no en biberón.
Qué pueden hacer los padres
1. Hay que enseñarles a frustrarse, no facilitarles el acceso a todos los privilegios. Si aprenden que hay que ganarse las cosas se fomenta la cultura del esfuerzo.
2. Implicar a los hijos en la dinámica de casa.
3. Aunar criterios entre los padres, y adaptar también los patrones educativos también entre éstos y los profesores.
4. Darle importancia a la comunicación. No sólo se trata de hablarles, sino sobre todo de escucharles.
5. Dejar de sentirse culpables. Los niños aprenden por imitación, por lo que deben ver a los padres seguros y positivos.
6. Aprender a poner normas eficaces: en función de la edad de los hijos.