La visión de Gregory Cajina sobre la educación en España rompe con algunos prejuicios. En la enseñanza hay mucho conocimiento, pero no se aplica. Los alumnos no son menos inteligentes que los alemanes o los finlandeses, aunque los informes de PISA nos colocan a la cola en ciencias, comprensión oral y matemáticas. El problema es que se ha enseñado al alumnado a obedecer, a estar “atornillado a la silla”, para adquirir conocimientos y a pasar el examen. Pero no se educa para aplicar el saber, explorar el medio y, también, para equivocarse.
Cajina, autor de ‘Rompe con tu zona de confort’ (Ed. Oniro) libro que revela los beneficios de arriesgarse y asumir retos, lamenta que los políticos “imponen doctrinas y maneras de pensar en la educación». En su opinión, el modelo de enseñanza en España, desde el hogar hasta la escuela, ha estado dirigido a seguir unas directrices, a superar los exámenes, pero se ha obviado la capacidad para tomar decisiones, enfrentarse a problemas y razonar.
En casa, existe una sobreprotección de los niños, que después en la escuela aprenden contenidos para aprobar el examen. Pero no se aprende a aprender. El autor ve una relación entre el exceso de protección en la infancia con la generación ni-ni, que alcanza el 24%. Cajina considera que los hijos necesitan cariño y atención, pero no ser el eje sobre el que se toman las decisiones, como pasa ahora. “Si formas al niño para que se responsabilice de sus decisiones y sepa que hay límites, logrará ser flexible. Con lo contrario, estamos restringiendo el desarrollo de su confianza y le hacemos dependiente”.
“Estamos haciendo a los jóvenes incapaces e incompetentes”, sostiene el investigador, precursor de una incubadora de empresas para estudiantes en Dusseldorf, que critica que la política española utiliza la educación como arma arrojadiza. “La discusión es que a ver quién llega más lejos y gana. Otro problema es que los gobernantes no tienen experiencia en el campo profesional sobre el que deciden”. Recuerda que en Alemania se alcanzó una gran coalición tras la Segunda Guerra Mundial a favor de relanzar un sistema educativo, que combinara la adquisición de contenido con el desarrollo profesional. Desde entonces, “las diferencias políticas no alteran el sistema, ni se pisotean las regiones”.
Uno de los fallos del modelo español es volcarse en el aprendizaje memorístico. “La memoria es limitada. En Alemania se han desarrollado también las habilidades de trabajo en equipo, lo creativo, la toma de decisiones”. Otro error, a su juicio, es la carga emocional asociada al dinero. “Hay que educar en el dinero sin relacionarlo con la codicia, la ambición o el miedo. Enseñar a generar dinero con valor, creando un servicio o aportando una idea”. Cajina sostiene que el espíritu emprendedor está en la escuela alemana y eso ha permitido al país llegar a ser la locomotora de Europa.
El autor rechaza el argumento de que las evaluaciones externas, conocidas popularmente como reválidas y que existen en Alemania, servirán para motivar al alumnado y combatir el absentismo escolar. “Al final, se formará al alumnado para que supere unos parámetros de calidad y pase por unos ranking, pero no le preparemos para el futuro. Es poner más presión académica en una educación orientada a superar unos exámenes”.
Desde el punto de vista de la pedagogía, el problema es que en España se aprende el concepto. “Aquí te preguntan por lo importante en un examen y si lo cuentas todo te ponen un diez. En el Reino Unido, por ejemplo, te pedirían un caso práctico y que lo argumentes”. El modelo de aprendizaje en España puede llevar a que un alumno no entienda nada de lo que ha estudiado, aunque haya sacado un 10.
Cajina se muestra escéptico sobre la política educativa en España por la gestión y la conducta de los gobernantes y representantes políticos. “Importa más el enchufismo que la meritocracia y en la educación les da igual mantener la batalla de echar la culpa al otro”. A la pregunta de cómo se ve la educación española en Alemania, no hay respuesta. No existe por el desconocimiento y porque se percibe una cosa: “Al alemán medio, la primera palabra que le viene a la cabeza es la corrupción. Un problema que los políticos no parecen querer solucionar”.
Diez argumentos sobre educación:
1. “Los ni-ni en España son una correlación de la sobreprotección de los niños”
2. “La educación en España enseña a obedecer, en Alemania a crear trabajo”
3. “Enseñamos a los niños a memorizar, no a pensar”
4. “Estamos educando a jóvenes incapaces e incompetentes”
5. “En la escuela de Alemania se enseña a generar dinero con un servicio o idea”
6. “Al alemán medio la primera palabra que piensa de España es corrupción”
7. “Nuestros políticos han impuesto en la educación su doctrina y forma de pensar”
8. “Las reválidas añaden más presión académica para aprobar el examen, no mejora el aprendizaje”
9. “Alemania protegió su educación en un pacto político tras la II Guerra Mundial”
10. “Tenemos mucho conocimiento pero no sabemos aplicarlo”