Fiasco total consumado. Como era de esperar, las acciones de Bankia, esa cuestión de Estado que salió a bolsa en el verano de 2011, no valen nada. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ha puesto sobre la mesa los informes que lo atestiguan y en cuando sea posible el banco recibirá la inyección de 18.000 millones de euros de dinero público que le permitirá seguir vivito y coleando.
Antes de que se conociera la noticia, la acción de Bankia valía en bolsa 0,686 euros por acción. Ayer, se desplomó como también era de esperar aunque, no lo duden, la especulación continuará en las próximas sesiones.
Son las cosas de nuestra bolsa, que permite que un banco que según el Estado tiene un valor negativo de 4.148 millones de euros siga cotizando como si tal cosa en el Ibex 35. Ver para creer en un mercado que presume de ser uno de los más grandes y líquidos de la vieja Europa.
Para los accionistas de Bankia pillados en la salida a bolsa en la que les prometían estabilidad y un dividendo estable –la acción ha caído sólo este año más de un 80% y los inversores no han visto ni un céntimo en concepto de retribución al accionista- hay dos opciones. La primera es vender al precio de bolsa y tratar de olvidar la forma y el fondo de una estafa histórica.
La otra es asumir que las pérdidas no se recuperarán íntegramente nunca y al mismo tiempo aguantar para verificar si el equipo que preside José Ignacio Goirigolzarri es capaz de sacar adelante su plan y volver muy pronto a los beneficios. Es todo un acto de fe que requiere una enorme paciencia porque el valor de las acciones de los clientes de la entidad engañados será cero o casi dentro de muy poco.
Resulta sorprendente como en el caso de los accionistas de Bankia el Gobierno no ha buscado alternativas para paliar el desastre, como si está haciendo en el caso de las preferentes de Bankia, promoviendo el arbitraje. Si en el caso de las preferentes cabe preguntarse si quién las compró sabía lo que estaba adquiriendo, en la caso de las acciones el asunto es aún más grave.
¿Por qué? Había un folleto firmado por los responsables del grupo, los auditores y los banqueros de inversión que sacaron Bankia a bolsa. Y ese folleto nada tenía que ver con la realidad, como el tiempo demostró muy poco después. ¿Quién les protege ahora? ¿Quién les ampara?
Y no vale el argumento de que la bolsa es riesgo: las preferentes también. Dentro de unos días los accionistas de Bankia tendrán en sus manos acciones que no valen nada. Lo dicen unos informes encargados por el Frob. ¡Qué lástima que no se hubieran publicado antes de la salida a bolsa! Pero esa operación era –ya saben- una cuestión de Estado.