La última edición del índice de democracia de la revista The Economist situó a Noruega como democracia número uno de entre 167 Estados. También es citada como ejemplo por Transparencia Internacional. Según su última encuesta, ocupa el puesto número cinco como país con una de las percepciones menos elevadas de la corrupción en el sector público y privado. Únicamente la superan Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia y Suecia. Ambas encuestas se basan en la opinión que de su propio país tienen los ciudadanos. Y los noruegos, a menudo esgrimen con orgullo su democracia cercana y un Estado de bienestar que lima desigualdades.
A pesar de ser el séptimo productor mundial de petróleo es un ejemplo es gestión ética. El fondo de pensiones noruego gestiona todos los ingresos que provienen de la producción de hidrocarburos con el objeto que sirva de ‘colchón’ en el momento que se agote este recurso natural. Es el mayor fondo del mundo en gestión de activos bursátiles y tiene normas como no invertir en empresas nucleares o compañías relacionadas con la violación de los derechos humanos.
La excelencia de su sistema político también se traslada a la calidad de vida de los noruegos. El indicador de la OCDE “Better life index” (Índice para una vida mejor) refleja una buena puntuación en todos sus capítulos. Comparada con España, es la potencia nórdica la que suele sacar mejor nota:
-Vivienda: un 7,4 de Noruega frente al 6,7 de España
-Ingresos: 3,9 noruego frente al 3 español.
–Empleo: un 8,6 de Noruega frente al 4 español.
-Educación: un 7,2 de Noruega frente al 4,8 español.
-Compromiso cívico: el 6,4 noruego frente al 5,2 español.
-Satisfacción: el 9,7 noruego frente al 5,2 español.
El país escandinavo se erige así como ejemplo que se debe seguir y hace años que intenta ‘exportar’ un modelo que se basa, esencialmente, en la transparencia de la gestión pública para evitar la corrupción.
Desde el 2006, las autoridades noruegas ponen a disposición de los países que lo soliciten, su experiencia en la gestión de la riqueza petrolera. En estos años, una treintena de estados han pedido asesoramiento noruego para gestionar la riqueza petrolífera o incluso negociar con compañías las compañías petroleras.
Oslo, siempre incide en que los beneficios de las riquezas naturales sean utilizados de manera responsable como en la reducción de la pobreza o la mejora de las infraestructuras. También les pone en alerta sobre la importancia de aplicar un correcto control fiscal, y apoya la creación de instituciones como tribunales de cuentas y fiscalías que investiguen el blanqueo de dinero.
Con todo, ocasionalmente, un escándalo de corrupción ‘sobresalta’ a los noruegos. En 2010, por ejemplo, los medios destaparon que el Banco Central de Noruega había pagado en comisiones, 227 millones de euros (1.800 millones de coronas noruegas) a los intermediarios externos, cerca de cuarenta, que se ocupaban de ejecutar las inversiones en bolsa. Comisiones todas ellas legítimas que levantaron las críticas contra el gestor del fondo de pensiones, acusado de delegar demasiado y alentar así la especulación.