Una hora antes que el Senado anunciara el pacto para evitar la suspensión de pagos, cuando los medios empezaban a dar la noticia filtrada, en las televisiones estadounidenses, los periodistas advertían repetidamente que se trataba de un acuerdo que no impedía que la misma situación volviera a reproducirse dentro de tres meses.
Y es que los congresistas de Estados Unidos no han hecho más que retrasar el problema. Se ha prolongado el presupuesto del Gobierno hasta el 15 de enero y el techo de deuda hasta el 7 de febrero. Incluso al propio presidente de Estados Unidos, Barak Obama, ayer le preguntaron en los pasillos de la Casa Blanca si el mismo escenario se volvería a repetir. Obama contestó con un tajante ‘no’, pero lo cierto es que lo único que podría impedirlo sería un cambio de estrategia por parte de los republicanos.
Como apunta la página web de CNN, “por mucho que los líderes traten presentarlo como un gran compromiso, el acuerdo no es más que una tirita en la economía de la Nación, que requerirá una cirugía mayor en los próximos meses”.
Y es que, los especialistas piensan que seguirá habiendo enfrentamientos y tensión porque en noviembre de 2014 habrá además, elecciones legislativas. Tampoco se espera que el Tea Party se ‘rinda’ en su propósito de paralizar el »Obamacare» su reforma sanitaria. Así lo cree Newt Gingrich, ex portavoz republicano de la Cámara de Representantes, cree que “encontrarán otras formas de presionar a Obama”.
Y la reforma sanitaria no es lo único que opone a ambos partidos. También la reforma migratoria levanta pasiones en ambos partidos. Hoy mismo, el presidente Obama, lo ha recordado, «tenemos que terminar el trabajo de solucionar nuestro sistema migratorio».
Los conflictos no han terminado, por mucho que en la Casa Blñanca se asegure que ya se puede decir «adiós a las amenazas a la economía». Y sin embargo, Obama también reconoce como se ha desgastado la credibilidad de la clase política a lo largo de estas semanas, «tenemos que volver a ganarnos la confianza de los ciudadanos», ha asegurado. Queda por ver hasta que punto eso será compatible con una presidencia que quiere terminar su último mandato con grandes reformas sociales, y una oposición decidida a frenarlo hasta el último minuto.