La independencia de Escocia no es sólo una cuestión de “corazón” sino también, y mucho, de economía. Los aspectos económicos de una secesión han enfrentado durante meses a uno y otro campo. Si se tratara de un partido de fútbol de momento, parece que el partido lo estaría ganando el Reino Unido.
Las dos principales polémicas se han centrado en la divisa y la pertenencia a la Unión Europea. El Ejecutivo de David Cameron y el Banco de Inglaterra ya han avisado que Escocia no mantendrá la libra si ganan los nacionalistas. De momento la libra ha iniciado una caída en picado que aunque beneficia a los exportadores es un claro indicador de inquietud. Más que el impacto, inquieta la exposición de las entidades financieras al mercado escocés.
Los bancos ingleses sufrirían pérdidas de la noche a la mañana al ver sometido su negocio a una nueva moneda que puede devaluarse considerablemente en un primer momento. Tampoco las agencias de calificación de deuda, aseguran, mantendrían la triple A (la máxima calificcación) para la nueva nación.
Así, para gran parte de los expertos, claramente, es Escocia la que sufrirá un coste económico más considerable. Recuerdan que Edimburgo únicamente representa el 10% del PIB del Reino Unido.
Muchas grandes empresas ya se han posicionado. El Royal Bank of Scotland, ha mantenido una aparente neutralidad mientras enumeraba todos los riesgos asociados a la independencia, desde la amenaza de las notas que otorgan las agencias de evaluación financiera al entorno «presupuestario, monetario, legal y reglamentario».
Los directivos de las compañías petroleras BP y Shell han abogado abiertamente por seguir en el Reino Unido. El sector del whisky ya había dado muestras de inquietud. Diageo, fabricante de la marca Johnnie Walker, ya ha puesto en duda la permanencia en el mercado único europeo y al apoyo a las exportaciones que recibe de la diplomacia Londinense.
A finales de agosto 130 grandes empresarios escoceses o con intereses en Escocia, de la banca, el whisky o el petróleo, pidieron votar «no» a la independencia.
«Como creadores de empleo, hemos examinado atentamente las tesis de ambos bandos en el debate. Nuestra conclusión es que no se han presentado a las empresas argumentos convincentes para la independencia», afirmaron los empresarios en una carta abierta publicada en el diario The Scotsman. Entre los firmantes se encuentra el presidente del banco HSBC, Douglas Flint; el director de la empresa minera BHP Billiton, Andrew Mackenzie; Ian Curle, director de Edrington, que posee las marcas de whisky Macallan y Famous Grouse; y Simon Thomson, de la empresa de hidrocarburos Cairn Energy.
Los independentistas defienden que se trata de una hay campaña para asustar a los electores y defienden, en cambio, que pueden crear una democracia bien administrada y próspera, a la escandinava, que se poye en los ingresos de los recursos petroleros.