La recuperación de las cotizaciones de los bancos a cuyo capital se han incorporado forzosamente los preferentistas es un alivio, pero la normalización de la situación de los miles de españoles engañados en las sucursales bancarias con estos productos está muy lejos. Aunque las entidades han puesto en marcha procesos de arbitraje más o menos ambiciosos a los que se han acogido miles de afectados, la realidad es que la batalla sigue en marcha.
Juan Carlos Escotet, primer ejecutivo de Banesco, la entidad que se acaba de adjudicar en subasta Novagalicia, ha anunciado que se sentará con los inversores gallegos afectados por la colocación de preferentes para analizar la situación del colectivo. No tendrán tanta suerte los preferentistas de Ceiss (Caja España-Duero), que claman contra las condiciones de canje propuestas por Unicaja. La oferta finaliza el próximo día 20 y la caja andaluza no está por la labor de ceder.
Son sólo dos ejemplos de hasta qué punto sigue vivo el conflicto de las preferentes, que los bancos sanos resolvieron a golpe de canje sin pérdidas para sus clientes y que las entidades nacionalizadas arrastrarán aún durante muchos trimestres porque han condenado a miles de familias a la pérdida de una gran parte de sus ahorros.
La judicialización del escándalo –son muchos los inversores que han renunciado al arbitraje para acudir a los tribunales- y la proliferación de sentencias favorables para los afectados garantizan una extraordinaria actividad en los juzgados también en 2014. En los últimos días una sentencia dictada en Santander ha condenado a Liberbank a devolver casi 80.000 euros a un hombre de 76 años de edad e incapacitado. La sentencia declara nulo el contrato.
Prueba de la sensibilidad de los jueces es que no leer el contrato no es óbice para recuperar el dinero invertido. Un juzgado de Madrid ha condenado a Bankia a devolver 36.062 euros en preferentes a un ama de casa que había firmado la compra de los títulos sin leer la documentación. El goteo de sentencias va a ser una constante durante todo el año.
La CNMV, al quite
Aunque el mal ya está hecho y la reparación de la totalidad del mismo está muy lejos, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se ha puesto en marcha para intentar evitar a toda costa que se repita el mayor escándalo de la historia financiera del país. Siguiendo las directrices europeas, el organismo que preside Elvira Rodríguez ha puesto límites a la retribución variable que reciben los empleados de bancos por colocar determinados productos que pueden provocar pérdidas a los inversores.
Ahora, las entidades financieras tendrán que “revisar, y en su caso modificar, los sistemas de remuneración”. Todo para evitar que los bancos generen “incentivos que puedan incitar a quienes los perciben a favorecer sus propios intereses en posible detrimento del interés de los clientes”, según el comunicado oficial del supervisor. La alta dirección de los bancos tendrá que aprobar los esquemas de bonus de sus empleados y las nuevas políticas tendrán que formularse el mes que viene.