Las entidades financieras españolas han realizado un ajuste histórico de estructura desde que empezó la gran crisis financiera en el lejano 2008. La foto fija del sector hoy dice que los bancos y cajas de ahorros han cerrado desde entonces alrededor de 13.000 sucursales. La cifra es extraordinaria y supone que casi un tercio de la tupida red de sucursales con las que contaba el sector hace siete años ha pasado a la historia.
Hoy, los ejecutivos de la banca española coinciden en señalar el final del enorme proceso de reestructuración. Quedan unos pocos flecos, pero se puede afirmar que las entidades han llegado ya al tramo final del camino. En números redondos, las cifras frías dicen que el sector ha cerrado una de cada cuatro oficinas y que el tamaño ha vuelto a los niveles de la década de los ochenta. Es decir, que la banca se ha sometido a una gran cura de adelgazamiento –las 55 entidades de antes de la crisis son ahora 16– paralela al estrechamiento de la economía nacional.
Las casi 46.000 oficinas existentes en 2008 se han reducido ahora a poco menos de 33.000, en un proceso encabezado por la reducción del peso de las cajas de ahorros en el sistema financiero español. Pero pasados los peores momentos de la crisis, el ritmo no ha decaído en los últimos meses, en los que entidades como Banco Santander o Catalunya Banc han cerrado conjuntamente más de 550 sucursales.
Por lo tanto, el proceso sigue abierto, aunque el ritmo de cierres será -previsiblemente- mucho más pausado a partir de ahora. Y ha afectado a todas las entidades. Sólo se salva Banco Sabadell por su agresiva ofensiva corporativa. Ha adquirido Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), Banco Guipuzcoano, Caixa Penedés, Banco Gallego y la filial española de Lloyds.
El gran tijeretazo va mucho más allá de las entidades que han sufrido graves problemas de solvencia que en muchos casos las han abocado a la desaparición. Entre enero y junio, Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Popular han cerrado 759 oficinas en España. De los seis grandes, sólo se ha salvado de la quema Bankia, que ya cerró su proceso de ajuste de 1.000 sucursales el año pasado para cumplir con las condiciones de Bruselas, después de recibir ayudas por 22.424 millones de euros.
En el primer semestre, Banco Popular se ha situado entre las grandes entidades que más han recortado su red de oficinas. En seis meses ha echado el cierre a 91 sucursales, lo que supone una rebaja del 4,44% respecto al cierre de 2013. En términos absolutos, BBVA supera al banco que preside Ángel Ron con el cierre de 93 oficinas, aunque en términos porcentuales la rebaja es de un 2,87% respecto al 31 de diciembre.
En cualquier caso, la jibarización del sector ha provocado una enorme concentración de la red. El 60% estará en manos de las seis mayores entidades financieras tras la integración de Catalunya Banc en BBVA. Una cifra extraordinariamente alta tras la muerte del grueso de las cajas de ahorros, que experimentaron un enorme crecimiento en los siete primeros años de la primera década del siglo XXI. Desde el comienzo de la crisis, el sector ha tenido que realizar a toda velocidad su reeestructuración más traumática. Todavía continúa.