De más a muchísimo menos, el Barcelona ganó un partido al Ajax que pudo complicarse en los últimos minutos. Por momentos, el partido pareció una opereta. Después de la polémica en torno a la no sustitución de Messi, Luis Enrique retiró al argentino a los veinte minutos de juego. La escenografía fue de todo menos natural. Antes le había dado tiempo al diez de regalar un gol y hacer otro en una primera media hora notable del Barcelona, comandado por un gran Iniesta y que, más allá del vodevil de los cambios, celebra el lustroso estado de forma antes del clásico de Messi y Neymar, que volvió a abrir la lata. El equipo enérgico de la primera mitad, que manoseó al Ajax, dio paso a un ente pusilánime que se dejó ir y hasta se asustó con el gol de El Ghazi.
Pocos equipos más condescendientes se va a encontrar el Barcelona que el Ajax, una enciclopedia de intenciones con evidentes limitaciones. Las del talento y también las inherentes a la edad. El equipo de Frank de Boer no mordió. Si bien se le ven buenas ideas y un catálogo seductor con el inconfundible aroma que siempre ha embriagado al club, la realidad es que es un contendiente menor. Cuando el Barcelona quiso, demostró que está a años luz.
Poco le costó abrir la lata a los de Luis Enrique, segundos de grupo después de que Cavani rescatara al PSG en el 87. Messi sigue siendo un campo de atracción de jugadores. Cuando coge el balón en zona de tres cuartos encarando a portería, siembra el caos. Una combinación con Pedro en el carril del ocho le puso en esta situación. Los defensas convergieron y quedaron paralizados, omitiendo la presencia de un Neymar inteligentemente abierto en el vértice izquierdo del área. Marcó su clásico gol envolviendo el balón al palo largo. Ya suma diez en once partidos.
No tardó mucho Messi en ser el finalizador. Fue gracias a un servicio memorable de Iniesta, que tumbó a tres rivales con un pase perfecto que dejó al argentino solo. No perdonó. A partir de ahí se empezó a diluir el Barcelona, imbuido en sí mismo. Perdió pujanza y Luis Enrique fomentó la caraja con el serial de sustituciones. Retiró a Neymar, a Messi y a Iniesta secuencialmente. Por momentos pareció un torneillo de verano. El castigo a la desidia del Barcelona llegó con el gol de El Ghazi a falta de dos minutos. No quedó más que en eso, pues Sandro certificó el triunfo.