Los ingleses son los inventores del fútbol. Sin embargo, no han aprovechado la ventaja para dominarlo a lo largo de la historia. Ser el mejor significa convertirse en campeón del mundo y la Copa Mundial de la FIFA es el principal torneo internacional, desde su creación en el año 1930.
A pesar de ser precursora del deporte rey, Inglaterra nunca había albergado un Mundial de fútbol hasta 1966. La expectación se palpaba en el ambiente y el certamen cobró una nueva dimensión. En el terreno de juego, los ingleses se hicieron con el título. Incluso hubo quien cuestionó la victoria y se sintió injustamente arbitrado.
El Mundial comenzó con polémica. Los equipos africanos se pusieron en rebeldía por la nueva norma FIFA, que les obligaba a disputarse la clasificación con los vencedores asiáticos y oceánicos. Consideraban que ganar en su continente era una prueba más que suficiente para participar en la competición. Así, a la cita acudieron diez equipos europeos, cuatro sudamericanos, otro asiático y el último procedente de Norteamérica y Centroamérica.
Inglaterra jugó bien. Motivados ante su afición y sin encajar un gol hasta cuartos de final. Además, incentivados por la sorpresa del campeonato: la Brasil de Pelé había quedado eliminada, al perder en la fase de grupos contra Hungría y Portugal.
El estadio de Wembley alojó la gran final. Los ingleses de Bobby Charlton se enfrentaban a los alemanes de Franz Beckenbauer, que terminaron derrotados por 4-2 en la prórroga. La Copa Mundial FIFA, entregada a manos de la reina Isabel II, es el único trofeo conseguido por Inglaterra hasta la fecha.