Antonio Ortiz, el presunto pederasta de Ciudad Lineal detenido el pasado miércoles en Santander, se ha negado a declarar ante la Policía Nacional y continúa con una actitud esquiva, incluso desafiante, según fuentes de la investigación.
Las mismas fuentes han detallado que con toda probabilidad, el detenido llegará a los juzgados de Plaza de Castilla sobre el mediodía de este viernes en un furgón policial escoltado por varios agentes, después de haber pasado la noche en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Madrid.
El jefe superior de la Policía, Alfonso Fernández Díaz, ha explicado que el interés de la Policía es que el detenido pase a disposición judicial en «estado virgen y puro salvaguardando sus derechos de presunción». Fuentes de la investigación aseguran que no confían en que el agresor hable ante el juez.
«No tenemos ningún interés en que declare o no sino determinar el avance de las pruebas, encajar todo el puzzle y que nos lleve a facilitar su culpabilidad», ha asegurado en declaraciones a Onda Cero, recogidas por Europa Press.
Fernández Díaz ha explicado que sigue manteniendo una actitud «displicente», que a veces pregunta «no muy convencido» y que todo lo que habla tiene que ver con frases en las que dice que no sabe qué hace detenido.
Preguntado por si la Policía Científica ha hallado lo que buscaba en los registros, el jefe superior de Policía ha señalado que sí. «Sí, hemos buscado y hemos encontrado todos los indicios tanto los que presumíamos que podíamos encontrar como otros porque siempre se pueden cometer fallos», ha dicho.
Y es que, como ha señalado Fernández Díaz, «el crimen nunca es perfecto». «Uno siempre deja rastros que evidencian lugares, efectos, documentos… que luego son pruebas», ha sentenciado.
Este jueves los registros en una de las viviendas a las que tenía acceso Ortiz daban los primeros resultados. Los agentes científicos encontraron restos biológicos en la casa, concretamente de vómito. Una de las pequeñas víctimas aseguró a la Policía que no pudo evitar vomitar un poco mientras estaba en el piso de su agresor y en un despiste se limpió las manos en la pared por miedo a que la pegara.